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Amando de Miguel

Palabras y frases

Volvemos a la expresión "más feo que Picio". Ignacio Frías da su versión, llena de referencias literarias: "El famoso Picio no es, ni más ni menos, que el mismísimo dios Vulcano, el Hefesto griego, el cojo y desgarbado hijo de Zeus y Hera".

Francisco Montojo acoge el interesante verbo de cazcalear (= andar de una parta a otra fingiendo hacer algo útil) y añade el calificativo de cirigallo. Es "la persona que pasa el tiempo yendo y viniendo sin hacer nada de provecho". Ya es curioso que existan tantas palabras en español para indicar fingimiento y vagancia. Ya se comentó aquí lo de culebrear (= alargar perezosamente la tarea del viernes hasta llegar a la hora de plegar). Está también guitonear (= hacer el vago sistemático) y andar a la briba (= holgazanear, vivir del cuento). Es la aportación española a la cultura de la pereza.

Emilio Rey se lamenta de que en España hayamos sustituido la voz "tránsito" por "tráfico". Creo que son cosas algo distintas. El "tránsito" es el de las personas que pasan por una vía. El "tráfico" es el de la circulación de vehículos, naturalmente con las personas o las mercancías que puedan llevar.

Jorge Eixeres (Barcelona, "still Spain") protesta contra el abuso del sentido de "falso" que se da ahora al adjetivo incierto. Originariamente, incierto equivalía a "borroso, impreciso". Pero la moda actual lo iguala a "falso". Añado que es algo parecido a "infeliz", que es más bien "desafortunado, pobre de espíritu, cándido", pero que ahora acapara el sentido de todo lo contrario a "feliz". Para eso estaría mejor "desgraciado".

Daniel Jiménez (Cádiz) me cuenta un acertijo a modo de chascarrillo.

Imagínese que usted va con su coche conduciendo y accidentalmente atropella a una vaca. Sigamos imaginando que usted, con ostensible fuerza, la sube al techo del coche para colocarla en la baca del mismo, amarrarla, y así trasportarla hasta un veterinario. Sigamos imaginando. En el socorrido trayecto, y debido a un bache en la carretera, el coche pega un salto, la vaca se suelta, cae al suelo, la baca metálica se desatornilla y también cae al suelo. Al percatarse del suceso, usted lo mira y exclama: "¡Vaya, se cayeron las dos vacas!" o "¡Vaya, se cayeron las dos bacas!". Supongo que para expresarlo oralmente sí es posible, pero para escribirlo no. ¿estoy en lo correcto?

La propuesta es muy ingeniosa, pero no me parece correcta. Sería mejor decir: "¡Vaya, se me han caído la baca y la vaca!".

Hay que volver a la famosa frase de "a ella la incomodaba hablar con extraños". José Ángel redarguye que el sujeto es "ella"; el complemento directo es "hablar con extraños". En consecuencia la frase correcta debe ser "a ella le incomodaba hablar con extraños". Leovigildo Martínez Anaya (Almería) es de la misma opinión, la contraria de lo que provisionalmente aquí habíamos convenido. Sí, señor; esto es la lengua viva. Hagan juego, señores.

Respecto a la diferencia entre los verbos ser y estar, Olegario Olayo Martínez (Segovia) proporciona una excelente pista: "Suele ser común en las terapias acostumbrar al paciente a perfilar sus relaciones interpersonales con una comunicación verbal adecuada, y, por ejemplo, no decir a alguien eres un estúpido, cuando lo que realmente se quiere comunicar es que has hecho una estupidez". La verdad es que son cosas distintas.

José Sanjuanbenito observa que los granadinos llaman mixtos a las cerillas. Opina que sería más propio el nombre de fósforos, pues en casi todos los casos son varillas de madera con una cabeza de fósforo. Las tres formas se utilizan indistintamente en España. Fósforo es la más propia, pues es el elemento que predomina en la cabeza, con la que se frota para producir fuego. Cerilla es porque a veces la varilla de madera se sustituye por un papel enrollado y encerado. Mixto es porque la cabeza es un compuesto de elementos químicos. Se trata de un objeto valiosísimo, de difícil sustitución (fuera de los encendedores o mecheros; muy pocos con mecha) y que no tiene precio. Sería interesante hacer la lista de las cosas útiles que prácticamente no tienen precio, que muchas veces te las regalan: periódicos, azúcar, sal, auriculares baratos, caramelos.

Carlos Abreu, José R. Perdigón, Francisco Clasca y Jesús Peña Sánchez (cada uno por separado) localizan un gazapo que se me ha escapado varias veces del corralillo de las palabras. Es el verbo procrastinar (y no "procastinar"), un cultismo para "diferir o aplazar alguna tarea u obligación". Da gusto contar con libertarios tan atentos.

Francisco Clasca observa que, así como hemos importado el uso de procrastinar del inglés (aunque existiera en latín y en español culto), el inglés toma del castellano mañana. Con ese término se indica la tarea que no se hace hoy ni tampoco en un tiempo definido. Añado que es evidente el parentesco con el sentido de "vuelva usted mañana" del famoso artículo de Larra. Resuena asimismo el dicho popular aplicado al comercio de barrio: "Hoy no se fía, mañana sí".

Volvemos a la expresión "más feo que Picio". Ignacio Frías da su versión, llena de referencias literarias: "El famoso Picio no es, ni más ni menos, que el mismísimo dios Vulcano, el Hefesto griego, el cojo y desgarbado hijo de Zeus y Hera". Añado que, en medio de un Olimpo de dioses ociosos, Hefesto o Vulcano es el gran trabajador, por eso mismo el patrón de los herreros. En el famoso cuado de Velázquez, "La fragua de Vulcano", el dios-herrero no aparece particularmente feo. Quizá se remache ese rasgo en la tradición mitológica porque Hefesto fue engañado por su hermosa mujer, nada menos que Afrodita. Don Ignacio cita precisamente una letrilla de Manuel Bretón de los Herreros en la que se refiere a esa relación entre la fealdad de un tal Picio y su destino de cornudo. La transcribo: "Soy más feo que Picio / y es mi mayor suplicio / gustar de la hermosura. / Si al fin, por desventura, / acepta alguna bella / mi amor, ¡tal será ella! / Capricornium me fecit, lo preveo / ¡Ay, desgraciado del que nace feo!".

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