Desde luego, si se ha de hacer una división entre hombres ordinarios y extraordinarios, el que aparece en la portada de la revista Time pertenece a los primeros.
Y me queda claro que el perroflauta es ordinario: resulta difícil ver un espectáculo más ordinario que un grupo de perroflautas ejerciendo como tales.
Un saludo.
PD: No es extraño que una revista como "Taim" haya publicado una portada tan "taimada" (DRAE: taimado, da.: Bellaco, astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo).
Sigan, sigan alimentando a 'revolucionarios' de pacotilla; a lo mejor un día asaltan su revista como símbolo capitalista, y entonces reiremos todos. La indignación contra els sistema incluye a los grupos de poder de los Media, muchos en manos de gente que sabemos quienes son; o sea que no vean tan lejano el hecho de que algún día se les haga pasar cuentas por sus servidumbres y manipulaciones, sobre todo en un sentido concreto.
La “prestigiosa” TIME, que en su día eligió como “personaje del año” a Hitler y a Stalin y estuvo a punto de elegir a Bin Laden podía muy bien haber incluido en su portada la foto del indignado del parque Zuccotti (decían ellos que ocupaban Wall Street) defecando en la vía pública contra un coche policial.
http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2011/10/08/article-...
Las sandeces en inglés no dejan de ser sandeces.
Tontería al canto.
El hombre común está comprando en Wal-Mart o en Ikea, o trabajando para pagar la hipoteca, no coreando eslóganes disfrazado de antisistema, y luciendo una camiseta diseñada por Shepard Fairey. Por otro lado, meter en el mismo saco a los rebeldes de Libia, los manifestantes de Moscú y los perroflautas de Seattle o Madrid es una burda tomadura de pelo.
El personaje del año, sin lugar a dudas, es el ciudadano/a/e normal que paga sin chistar sus impuestos con los que se sustenta la megalítica herencia burocrática que le exprime hasta la hipoxia, que trata de sacar a su prole adelante en un mundo atestado de peligros y amenazas, que intenta mantener las tradiciones de sus mayores y su herencia cultural sin apartarse de la directriz de la honradez y el sacrificio personal, y que tiene que realizar a diario titánicos esfuerzos para no agarrar un cayado e irse a repartir hostias sin consagrar a la puerta del parlamento de turno, habida cuenta de la cantidad de giliflautadas que se conocen por los medios de comunicación...