Durante los meses de verano, el riesgo de incendio en el hogar aumenta. No solo por las temperaturas extremas, sino también por el uso inadecuado o desatendido de ciertos electrodomésticos. Muchos de ellos, aunque parecen inofensivos, pueden generar calor residual o provocar chispas, especialmente si se encuentran cerca de materiales inflamables o no se han mantenido adecuadamente.
Según el informe Víctimas de incendios: análisis y prevención de Fundación MAPFRE, los lugares más peligrosos dentro del hogar en caso de incendio son el salón (48,8%), seguido del dormitorio (27,6%) y la cocina (10,6%). Además, el 37,9% de los incendios en viviendas tienen una causa eléctrica. La población mayor de 64 años es la más vulnerable en estos sucesos.
Electrodomésticos que conviene evitar
Aunque pueda parecer que los calefactores eléctricos no se usan en verano, si están enchufados o almacenados sin limpiar, pueden representar un riesgo. El polvo acumulado puede generar candencias si hay sobrecalentamiento. Además, si están cerca de cortinas, mantas o muebles, un cortocircuito podría tener consecuencias graves.
Otros aparatos a vigilar:
- Lámparas halógenas y focos: su calor puede afectar tejidos cercanos.
- Tostadoras: su interior suele acumular migas, lo que puede provocar chispas.
- Microondas y cafeteras eléctricas: consumen energía en reposo y pueden generar calor si se activan accidentalmente.
- Cargadores de móvil: sobre todo si son genéricos o están en mal estado, pueden recalentarse.
Consejos básicos
La prevención es clave para evitar sustos innecesarios. Algunos consejos fundamentales:
- Limpiar periódicamente los electrodomésticos, sobre todo los que generan calor.
- No utilizarlos cerca de telas, cortinas o ropa de cama.
- Revisar el estado del cableado, enchufes y regletas.
- Evitar su uso durante las horas de mayor temperatura ambiental.
- Desconectar los aparatos que no se estén utilizando.
El modo "reposo"
Muchos dispositivos consumen energía incluso cuando están apagados si siguen conectados a la corriente. Es lo que se conoce como consumo en standby o pasivo. Aunque no es peligroso por sí mismo, en combinación con temperaturas elevadas y falta de ventilación, puede generar un sobrecalentamiento indeseado. En verano, desenchufar es también una forma de proteger el hogar.