
Tiburón orinado, queso con larvas y grillos o caldo de ratón en el menú. Uno de los museos más repulsivos –y originales– del mundo ya tiene sede en España. Se trata del Disgusting Food Museum, donde se exhiben y se pueden degustar algunos de estos platos. En pleno centro de Palma de Mallorca, en la calle Sindicato número 61, ha abierto hoy sus puertas este museo, que ya existía en ciudades como Berlín, Los Ángeles o Nantes.
Al llegar, sus visitantes describen cómo el aire comienza a cambiar y flota un hedor a vinagre viejo y pescado abandonado al sol. El culpable de este olor es el surströmming, un arenque fermentado de la gastronomía sueca que tiene un olor tan fuerte que se degusta fuera de las instalaciones.
🍳#EXPERIENCIA Tiburón orinado, grillos fritos o caldo de ratón: el Disgusting Food Museum llega a España.
🗣️Luis Herrero entrevista a Marcelo Mastroianni, representante del Disgusting Food Museum de España👇
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Sin embargo, esta no es la única comida que se puede probar en el museo, ya que su visita incluye la posibilidad de probar hasta 25 de 100 productos exóticos de distintas partes del mundo. El precio de la entrada es de 22 euros y la degustación es, obviamente, opcional, aunque el museo está preparado para todo tipo de reacciones, asegurando a los visitantes bolsas para los posibles vómitos.
Algunos de los platos más curiosos
Entre las propuestas más extremas del museo, destaca el zumo de ojo de oveja: una bebida elaborada con globos oculares en escabeche mezclados con zumo de tomate. Aunque su aspecto resulta repulsivo, se dice que es un antiguo remedio contra la resaca.
También se ofrece caldo de ratones, en cuyo fondo flotan decenas de crías diminutas. Otro de los productos más polémicos es el suukayu, un queso elaborado a partir de leche no digerida que se coagula en el estómago de un cabrito recién nacido. Su sabor, según los valientes que lo han probado, recuerda a una mezcla de gasolina, amoníaco, grasa y cera.
La lista continúa con carne de tiburón fermentada, que ha pasado años curándose en sus propios jugos y orina, lo que le da un fuerte olor a amoníaco. No obstante, aseguran que su sabor se parece al del bacalao, uno de los más apetecibles de toda la lista.
Y si todo esto no es suficiente, también hay un queso de oveja fermentado que contiene larvas vivas de mosca. Lo más impactante es que las larvas siguen moviéndose al ser servidas.
Controles a los menús
Con estas descripciones, surge la pregunta: ¿cómo reacciona el cuerpo de una persona no acostumbrada a este tipo de alimentos? La repulsión a ciertos alimentos también depende de la cultura y de lo que el cuerpo esté acostumbrado a tomar, por lo que muchas veces el vómito o las arcadas son inevitables.
Por otro lado, también resulta importante conocer los controles por los que pasan este tipo de comidas. La Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación ha declarado en esRadio que "los servicios de inspección controlarán mucho la parte microbiológica", ya que en los pescados viejos –como el tiburón– "la proteína puede producir en algunas personas reacciones alérgicas o intolerancias acusadas". Por lo que, en principio, los visitantes no deberían tener problemas digestivos.
Lo peor: vomitar
Marcelo Mastroianni, representante del Disgusting Food Museum de España, tiene claro que, aunque probar estos alimentos pueda parecer una experiencia extrema, es perfectamente segura. De hecho, ha asegurado en el programa En Casa de Herrero, de esRadio, que ha probado todos los alimentos que ofrecen en el museo: "He sobrevivido para contarlo, como todos los visitantes que pasan por aquí", ha añadido.
Lo peor que puede pasar, ha admitido, es que a alguien le provoque una reacción de repulsión tan fuerte que termine vomitando. "Más allá de eso, no ha pasado nunca nada grave. La mayoría viene con miedo y sale riéndose", ha expresado.
No obstante, a pesar de la repulsión que muchos platos pueden provocar, ¿por qué la gente decide visitar el museo? "Mucha gente viene por curiosidad, por vivir algo diferente. Y es que gran parte del rechazo no está en el sabor, sino en lo que creemos que estamos comiendo. Si cerramos los ojos, muchas veces hasta nos gusta", ha explicado Marcelo.
Un queso "exquisito"
Aunque ha reconocido que algunos olores pueden ser realmente difíciles de superar, también ha insistido en que hay productos que sorprenden gratamente. "Yo, por ejemplo, soy fan del queso. Tenemos uno roquefort marinado en pinot grigio y conservado con uvas durante tres años. Es exquisito. No tiene larvas, claro, pero es de lo mejor que ofrecemos".
Ahora bien, cuando se trata de hablar sobre el alimento que más repulsión le produce no ha dudado ni un segundo: "Es el surströmming. Lo probé, no vomité, pero no me gustó. Fue difícil incluso acercarlo a la boca por el olor".



