¿Mucha o poca espuma? Este gesto con el botellín cambia cómo se sirve la cerveza
La inclinación del botellín en el vaso, guiada por sus hendiduras, puede cambiar el resultado final.
Un vídeo publicado en redes sociales ha despertado la curiosidad de muchos consumidores de cerveza al mostrar un sencillo truco que permite regular la cantidad de espuma al servir la bebida desde un botellín. El método, que aprovecha las hendiduras presentes en el cuello de la botella, ha generado interés y comentarios, aunque algunos usuarios recuerdan que estas marcas tienen un propósito industrial.
Según muestra el vídeo de @borjancasnova, la mayoría de botellines de cerveza presentan dos pequeñas hendiduras en el cuello, justo antes de la chapa. El truco consiste en apoyar el botellín sobre el borde del vaso utilizando una u otra hendidura, lo que afecta directamente a la cantidad de espuma generada.
Cuando se utiliza la hendidura inferior, situada más cerca de la etiqueta, la inclinación del botellín hace que la cerveza caiga con mayor fuerza en el vaso, lo que provoca más espuma. En cambio, al apoyar el botellín en la hendidura superior, más cercana a la chapa, la inclinación es menor y el líquido entra con más suavidad, reduciendo la formación de espuma.
El truco, de ejecución sencilla, permite a los consumidores controlar el resultado final al servir la cerveza, ajustando la espuma según sus preferencias.
Un origen industrial
Pese a la utilidad que algunos han encontrado en este gesto, otros usuarios han señalado en redes sociales que las hendiduras en los botellines no fueron diseñadas con ese fin. Según apuntan, estas marcas forman parte de un diseño funcional que facilita el transporte y manipulación automatizada de las botellas durante el proceso de embotellado en las fábricas.
Otros coinciden en que son varios factores los que afectan al resultado final, incluyendo la inclinación del vaso -idealmente de 45 grados-, el tipo de recipiente y la velocidad del vertido. Una caña puede tener exceso de espuma o, por el contrario, carecer completamente de ella, afectando tanto al aspecto como al sabor. La espuma, aunque a veces considerada molesta, cumple una función protectora, evitando la oxidación y pérdida de aroma.
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