
Los geranios —también llamados Pelargonium en un ámbito científico— son plantas relativamente fáciles de cultivar y mantener. Asimismo, pueden florecer de manera abundante y continua si se les proporciona unos cuidados básicos. Los cinco elementos principales son: la iluminación, la poda, el riego, el sustrato y el control de plagas.
Luz solar: la base de una floración abundante
Los geranios requieren una exposición diaria mínima de 6 a 8 horas de luz solar directa para florecer de manera óptima. Los expertos recomiendan situarlos en espacios como balcones, terrazas o ventanas orientadas al sur o sureste. En climas muy calurosos, es beneficioso proporcionar algo de sombra durante las horas más intensas de sol para evitar el estrés térmico en las plantas.
Riego adecuado: equilibrio entre hidratación y drenaje
El riego debe ser moderado y constante. También es esencial mantener el sustrato ligeramente húmedo, evitando tanto el encharcamiento como la desecación excesiva. Durante los meses cálidos, es recomendable regar con mayor frecuencia, mientras que en invierno se puede reducir la cantidad de agua. Es importante evitar mojar las flores y hojas para prevenir enfermedades fúngicas.
Suelo y abonado: nutrientes para una floración vigorosa
Los geranios prosperan en suelos bien aireados y con buen drenaje. Se debe utilizar un sustrato específico para geranios o una mezcla que incluya tierra de jardín, turba y arena. El abonado debe realizarse cada 15 días durante la temporada de crecimiento —primavera y verano— con un fertilizante equilibrado, preferiblemente rico en fósforo, para estimular la floración y fortalecer la planta.
Poda y mantenimiento: para una floración continua
La poda regular es crucial para mantener la forma compacta de la planta y promover una floración continua. Es fundamental eliminar las flores marchitas y los tallos débiles o dañados. Al final del invierno o principios de primavera, se puede realizar una poda más profunda para estimular el crecimiento de nuevos brotes.
Control de plagas y enfermedades: prevención y tratamiento
Los geranios pueden ser susceptibles a plagas como pulgones, ácaros y la mariposa del geranio. Es importante inspeccionar regularmente las plantas en busca de signos de infestación. En caso de detectar plagas, se pueden utilizar tratamientos ecológicos como el jabón potásico o el aceite de neem. Además, es fundamental mantener una buena circulación de aire alrededor de las plantas y evitar el exceso de humedad para prevenir enfermedades fúngicas.
Preparación para el invierno: protección ante las bajas temperaturas
Los geranios son sensibles al frío y no toleran temperaturas inferiores a 10 °C. En regiones con inviernos fríos, es recomendable trasladar las plantas al interior durante la temporada invernal. Si esto no es posible, se pueden proteger con cobertores especiales o mallas antiheladas. Es importante evitar el riego excesivo durante el invierno y reducir la frecuencia de abonado.


