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Flores abundantes y gran resistencia: así luce esta trepadora que da vida a cualquier jardín

La clemátide cuenta con una alta capacidad para adaptarse a distintos tipos de clima y apenas requiere cuidados para crecer fuerte y sana.

La clemátide cuenta con una alta capacidad para adaptarse a distintos tipos de clima y apenas requiere cuidados para crecer fuerte y sana.
La clemátide destaca por su resistencia al adaptarse bien a diferentes climas | Canva

La clemátide es una planta trepadora de gran atractivo ornamental, ideal para embellecer muros, pérgolas o enrejados. Existen múltiples variedades, tanto de hoja caduca como perenne. Resalta por su floración abundante, que varía en forma, tamaño y color; siendo los más comunes: el púrpura, el rosa, el azul y el blanco. Las flores suelen salir en primavera o verano y pueden tener forma de estrella, campana o cruz, según la especie.

Esta planta, con el paso del tiempo, ha ido ganando fama entre los jardineros por su gran capacidad de llenar de vida y color el jardín en poco tiempo. Además, combina bien con otras especies, sobre todo con los rosales trepadores. Asimismo, destaca por su resistencia, ya que se adapta bien a diferentes climas, aunque prefiere lugares soleados, suelos frescos y bien drenados. También es una excelente opción para atraer polinizadores como abejas y mariposas al jardín.

Cuidados necesarios

  • Riego: es fundamental evitar que la tierra se seque por completo, ya que podría marchitarse. Para impedir que esto pase, se debe mantener el suelo húmedo, pero sin llegar a encharcar. Asimismo, es importante aumentar la frecuencia de riego en verano o en períodos secos. Lo ideal es hacerlo desde la base de la maceta para no dañar las flores ni fomentar la aparición de hongos. Los expertos recomiendan utilizar acolchados para conservar la humedad del suelo.
  • Poda: antes de nada, se debe identificar el grupo de poda correspondiente a la variedad (I, II o III). En el caso del grupo I, se recomienda podar después de la floración; para las especies del grupo II, es mejor realizar una poda ligera en primavera; y para el grupo III, lo ideal es cortar casi a ras del suelo en invierno. Para realizar correctamente esta tarea, es fundamental utilizar herramientas limpias y bien afiladas, a fin de evitar enfermedades.
  • Fertilizantes: la clave para que la planta crezca fuerte y sana está en aplicar abono equilibrado al inicio de la primavera. Este proceso debe repetirse cada 4 o 6 semanas durante la temporada de crecimiento. Los fertilizantes deben ser ricos en fósforo para estimular la floración. Asimismo, hay que evitar el exceso de nitrógeno, ya que favorece el desarrollo de hojas, lo que impide que las flores broten. El abonado debe suspenderse a finales del verano.
  • Iluminación: se debe adaptar su ubicación según el clima local. Lo ideal es evitar colocarlas en zonas con calor extremo o viento fuerte. También es imprescindible asegurar que las hojas y flores reciban luz, pero manteniendo siempre las raíces frescas y sombreadas. Para ello, se pueden plantar especies bajas alrededor, colocar piedras decorativas para cubrir la base o instalar mallas de sombra.
  • Control de plagas y enfermedades: como con la mayoría de las plantas, es necesario revisar con frecuencia hojas y tallos en busca de rastros de posibles infestaciones. Un método eficaz para prevenir la aparición de hongos es asegurar un buen drenaje y ventilación. Asimismo, es imprescindible eliminar hojas secas o enfermas y aplicar tratamientos ecológicos ante la presencia de pulgones o ácaros.

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