
El ser humano siempre ha tratado de comprobar la existencia de vida en otros planetas o, incluso, más allá del sistema solar. Esta curiosidad ha provocado que la NASA subvencione con más de 530 mil euros una investigación de James Holden, microbiólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst, en Estados Unidos, para que compruebe la posibilidad de vida extraterrestre en Europa, la luna de Júpiter.
Una de las hipótesis principales que ha lanzado la ciencia a lo largo de los últimos años respecto a este tema es la posibilidad de hallar microbios en otros planetas. Holden, basándose en esta información, ha centrado su investigación en el fondo del mar, en concreto, en los volcanes submarinos, ya que en las profundidades del océano la habitabilidad es bastante parecida a la que hay en Europa.
La luna de Júpiter
Europa está compuesta en su gran mayoría por agua y, los astrónomos, tienen la teoría de que bajo su superficie helada se extiende un océano salado con el doble de volumen del que tendría una combinación de todos los océanos de la Tierra. Sin embargo, sigue habiendo diferencias importantes entre ambos, y por ello, es vital seguir investigando.
Por este motivo, Holden ha explicado que la ciencia se debe centrar en "los procesos químicos" que podría utilizar la vida microbiana de Europa, ya que esto sería la clave para poder entender cómo se genera la energía allí. Además, ha comentado que los "diferentes procesos químicos" pueden dar como resultado distintos tipos de microbios. De hecho, la NASA envió hace relativamente poco un satélite, conocido bajo el nombre Europa Clipper, para comprobar la habitabilidad de Europa.
Holdem, quien ha dedicado gran parte de su vida a investigar los volcanes submarinos, por su parte, ha enfocado el nuevo estudio en los volcanes de las profundidades para extraer muestras de los microbios y analizarlas en su laboratorio, y así poder entender mejor la formación de vida en condiciones tan extremas.
Desarrollo de la investigación
Al ser lo profundo del océano el epicentro de la investigación, a más de 1,5 km bajo la superficie terrestre, han sido necesarios submarinos, —a veces manejados por personas, otras veces sin tripulación, mediante submarinos robóticos—, para extraer las muestras microbianas. Una vez obtenidas las pruebas necesarias, se examinan en la Universidad de Massachusetts.
Los microbios se alimentan de la energía que desprenden los volcanes a través de los gases y minerales que estos expulsan, y en el laboratorio, Holdem, puede simular las condiciones marinas: sin luz y sin oxígeno, para visualizar más de cerca esta forma de vida.
Estos microbios hidrotermales descomponen el hidrógeno gracias a las hidrogenasas, unas enzimas especiales. En la actualidad, los científicos saben que existen diferentes variedades de hidrogenasas con diversas funciones, y que los organismos que dependen de distintos conjuntos de hidrogenasas pueden no parecerse entre sí. Es aquí donde comienza la nueva investigación subvencionada por la NASA. El objetivo es averiguar cómo los múltiples tipos de químicos contribuyen a la fisiología de un organismo.


