
El Impatiens glandulifera, más conocido como el bálsamo del Himalaya, ha ganado popularidad en jardines españoles por su floración vistosa y su capacidad de transformar espacios sombríos en rincones vibrantes. Su crecimiento rápido y porte elegante lo hacen adecuado para bordes de caminos, zonas húmedas y márgenes de estanques. Esta planta, de origen asiático, aporta un aire silvestre que contrasta con especies más estructuradas, ofreciendo una estética más naturalizada. Su uso se ha extendido en jardinería ornamental debido a su impacto visual y facilidad de cultivo.
Es una especie de tallo alto, hojas lanceoladas y flores grandes en tonos rosa, púrpura o blanco, con una forma que recuerda a un casco o una orquídea. Florece desde mediados del verano hasta comienzos del otoño, atrayendo numerosos polinizadores por su néctar abundante. Sin embargo, su crecimiento vigoroso —que puede superar los dos metros en suelos húmedos— ha llevado a su clasificación como especie invasora en España. Por ello, su uso y comercio están prohibidos, con el fin de proteger los ecosistemas y evitar su propagación en medios naturales.
Prohibición y marco legal europeo
El bálsamo del Himalaya figura en el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras de la Unión Europea, conforme al Reglamento (UE) 1143/2014, que impone medidas rigurosas para evitar su expansión. Esta normativa prohíbe su posesión, cultivo, transporte, comercio e introducción en el medio natural. Las restricciones se aplican de forma uniforme en todos los Estados miembros. Su objetivo principal es proteger la biodiversidad y los ecosistemas sensibles.
El cumplimiento de estas medidas es obligatorio tanto para particulares como para administraciones y entidades privadas. En caso de infracción, pueden imponerse sanciones económicas y otras obligaciones legales. Entre ellas, se incluye la eliminación de ejemplares existentes y la restauración de áreas afectadas. Estas acciones buscan mitigar el impacto ambiental provocado por su propagación.
Impacto ecológico y motivos de exclusión
La prohibición responde al comportamiento invasivo de esta especie, capaz de crecer con rapidez y expandirse de forma agresiva hasta formar masas vegetales densas. Esta característica le permite desplazar a la flora autóctona, especialmente en zonas húmedas y de ribera, donde encuentra condiciones óptimas para desarrollarse. En márgenes de ríos y arroyos impide la regeneración natural, ocupando el espacio de otras plantas. Además, altera procesos ecológicos esenciales en estos entornos frágiles.
Su presencia reduce de forma significativa la diversidad vegetal y afecta a numerosos insectos y especies de fauna asociada, al modificar su hábitat y sus fuentes de alimento. Esta pérdida de biodiversidad compromete el equilibrio ecológico a medio y largo plazo. Por ello, se considera una amenaza seria para los ecosistemas donde logra establecerse. Su erradicación se ha convertido en una prioridad dentro de los planes de conservación ambiental en Europa.
Otras opciones
Ante la prohibición del bálsamo del Himalaya, jardineros y paisajistas cuentan con alternativas ornamentales que ofrecen valor estético sin comprometer el entorno. Especies como la salvia ornamental, el lirio africano (Agapanthus africanus) o la lobelia perenne aportan floraciones vistosas y se adaptan bien a jardines húmedos o semicubiertos. Estas plantas, además de ser seguras para la biodiversidad local, requieren cuidados similares y presentan un buen comportamiento en climas templados. La elección de flora no invasora es clave para un diseño responsable y respetuoso con el medio natural.


