
Las cortinas cumplen un papel clave en la ambientación del hogar, ya que no solo completan la decoración, sino que también aportan calidez y privacidad. En épocas frías, funcionan como una barrera adicional frente a las corrientes de aire, ayudando a conservar la temperatura interior. Su presencia puede transformar por completo una estancia, suavizando la luz natural o reforzando el estilo del mobiliario. Por ello, se han convertido en un elemento funcional y estético al mismo tiempo.
Una limpieza adecuada resulta esencial para preservar tanto su aspecto como la armonía visual del espacio. La acumulación de polvo o manchas visibles puede afectar negativamente la imagen general de la vivienda. Existen métodos sencillos —como el uso del vapor, la aspiradora o lavados ocasionales— que ayudan a mantenerlas en buen estado sin esfuerzo excesivo. Además, algunos trucos caseros permiten alargar el tiempo entre lavados sin comprometer la higiene. Aplicar estas rutinas garantiza cortinas limpias y un ambiente más agradable.
Trucos para mantener bien cuidadas las cortinas
Las cortinas acumulan polvo y olores con el tiempo, por lo que se recomienda lavarlas al menos dos veces al año, o con mayor frecuencia si están expuestas a la cocina o a la calle. Algunas, como las de lino, algodón o poliéster, pueden plancharse a baja temperatura, mientras que otras —como el blackout o el terciopelo— no lo requieren o pueden estropearse con el calor.
Para guardar los recambios, lo ideal es doblarlos con cuidado y almacenarlos en fundas de tela o bolsas transpirables, evitando la humedad y el polvo. Entre los trucos caseros más habituales destacan el uso de bicarbonato para eliminar olores y el vinagre blanco como suavizante. Lo más recomendable es lavar cada tejido por separado y seguir siempre las instrucciones de la etiqueta.
Lavado de tejidos
- Lana: este tipo de cortinas requieren un cuidado delicado, ya que las fibras pueden apelmazarse fácilmente. Se recomienda lavarlas a mano con agua fría y un detergente suave, evitando frotar o retorcer el tejido. En muchos casos, es preferible optar por limpieza en seco para conservar su textura original. Un secado extendido y sin exposición directa al sol evita deformaciones.
- Algodón: es uno de los materiales más comunes y versátiles en cortinas. Suele tolerar el lavado en lavadora, siempre que se utilice un ciclo delicado y agua tibia. No obstante, puede encoger si se expone a temperaturas elevadas o secadoras. Para mantener su forma, es recomendable plancharlo ligeramente cuando aún está húmedo.
- Lino: este tejido noble pero sensible, es especialmente propenso a arrugarse y deformarse con el calor. Por ello, debe lavarse a mano o en programas suaves, con agua fría o tibia y detergente neutro. La exposición prolongada al sol puede debilitar las fibras, por lo que se aconseja secar a la sombra. No se recomienda usar secadora ni plancha directa.
- Seda: exige un tratamiento muy delicado, debido a su fragilidad y tendencia a desteñir. Lo más adecuado es la limpieza profesional en seco, aunque también puede lavarse a mano con agua fría y jabón neutro. Es importante no frotar ni escurrir para evitar dañar el tejido. Se debe secar extendida y sin luz directa para conservar su brillo natural.
- Blackout: el tejido blackout, utilizado para bloquear la luz, no debe lavarse en lavadora, ya que podría perder su rigidez y funcionalidad. Su limpieza consiste en pasar un paño húmedo por la superficie o aplicar vapor de forma controlada. También es útil utilizar un plumero para eliminar el polvo acumulado. No se recomienda el uso de productos abrasivos.
- Terciopelo: es un material elegante pero delicado, que requiere una limpieza sin contacto directo con el agua. Lo ideal es utilizar una aspiradora con boquilla suave o un cepillo de cerdas blandas para retirar el polvo. Si presenta manchas, se pueden tratar con vapor a distancia o con productos específicos para tapicería. Se debe almacenar enrollado, nunca doblado.
- Poliéster: es uno de los tejidos más resistentes y fáciles de mantener. Se puede lavar en lavadora con agua templada y un detergente habitual, preferiblemente en programas cortos. Aunque admite secadora, es mejor dejarlo secar al aire para evitar arrugas. Gracias a su durabilidad, conserva bien el color y la forma tras varios lavados.


