
L D (EFE) Según publica este miércoles la revista "Nature", el grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Armidale (Australia), encontraron los restos en la isla indonesia de Flores, situada entre las de Timor y Sumbawa, donde existen desde hace muchos años leyendas sobre la existencia de pequeños seres. En este caso, el ejemplar de Homo Floresiensis hallado es una hembra, que se suma a otros ejemplares descubiertos antes en esa misma zona por el equipo de científicos.
El director de la revista "Nature", Henry Gee, destacó en una rueda de prensa en Londres la importancia del descubrimiento. Hasta que encontraron estos restos -dijo-, los expertos habrían rechazado las historias que se cuentan como "patrañas" de 'hobbits' y otras criaturas fantásticas, "pero ya no".
El nuevo ser humano les obliga a reconsiderar esas leyendas, que hace un siglo ya escucharon los exploradores holandeses que llegaron a Flores. Entonces, los nativos hablaban del "ebu gogo", una extraña criatura con forma humana que, como el homínido hallado, medía menos de un metro.
Hablaban en susurros
La leyenda dice que estos seres hablaban en susurros y repetían las palabras del interlocutor como loros. Según los expertos, el ejemplar desenterrado de la cueva Liang Bua es el descendiente "enano" de otra especie primitiva que dejó Africa hace dos millones de años. Los restos consisten en un cráneo del tamaño de un pomelo y parte de su esqueleto. Junto a los huesos, se descubrieron herramientas de piedra.
La criatura habría vivido al mismo tiempo que el Homo Sapiens, antepasado de los humanos. Hasta ahora se sabía que los humanos modernos habían coexistido con los neandertales, en Europa, hace 30.000 años. El Homo Floresiensis sería, pues, la segunda especie humana que se conoce que habría vivido junto a nuestros antepasados, pero más recientemente, hace unos 18.000 años.
Incógnitas
El hallazgo plantea muchas preguntas. Se cree que el homínido podría ser un descendiente del Homo Erectus, que ya conocía el fuego y utilizaba herramientas, y que habría tenido que cruzar el mar para llegar a la isla. El problema es que no hay constancia de que supiera construir embarcaciones.
Otra incógnita es el tamaño del cerebro del Homo Floresiensis, que, con 380 milímetros, es más pequeño que el de un chimpancé. Los expertos pensaban que el cerebro humano debía tener un tamaño mínimo, pero la criatura hallada, pese a tener ese cerebro encogido, parece haber sido un ser inteligente.
