
Una operación de gran escala llevada a cabo este miércoles en Calabria (Italia) resultó con la detención de 183 personas acusadas de pertenecer a la ’Ndrangheta, la poderosa mafia calabresa. La acción, que involucró a más de 1.000 agentes de los carabineros, desmanteló una red criminal en la que están acusados de asociación criminal de tipo mafioso, intento de homicidio, extorsión agravada con métodos mafiosos, tráfico de drogas, uso y posesión de armas y juego ilegal, según informó la policía militarizada.
Los protagonistas de esta última reorganización son, una vez más, los jefes liberados de años pasados, como Tommaso Lo Presti, Nunzio Serio, Guglielmo Rubino y Cristian Cinà, entre otros.
Alta tecnología
Las investigaciones localizaron la presencia de teléfonos móviles encriptados en las cárceles, donde los jefes mafiosos detenidos, gracias a dispositivos altamente sofisticados, podían comunicarse con el exterior e incluso organizar cumbres por videollamada.
Con estos teléfonos móviles, los padrinos pudieron crear chats grupales con otros mafiosos, que se encontraban en libertad y bajo prisión, para hablar tranquilamente de los negocios, según han informado los medios locales.
181 mafia members have been arrested in Palermo this morning during a maxi police raid in the Sicilian capital. About 2000 Carabinieri military police have been deployed. Charges against the arrested include mafia association, murder, extortion, drug trafficking pic.twitter.com/ewYhh2jhSN
— Simone Baglivo (@baglivo_s) February 11, 2025
Un jefe de la mafia de Porta Nuova que se encuentra en prisión, Calogero Lo Presti, llegó incluso a ordenar, a través de uno de esos móviles, que se atizara una paliza y luego presenció la emboscada con una videollamada, según ha revelado la investigación.
En los documentos de la investigación se habla también sobre la nostalgia de los nuevos padrinos por la mafia y los jefes de la Cosa Nostra del pasado: "El nivel es bajo, hoy detienen a uno y se arrepiente, pero ¿de qué estamos hablando?", dice el jefe del barrio de Brancaccio, Giancarlo Romano, sin saber que estaba siendo interceptado.
Asimismo, la investigación ha revelado la obligación de la extorsión generalizada, como en el caso de uno de los jefes mafiosos liberados que impuso sus productos de pescado en los restaurantes de los pueblos costeros de Sferracavallo y Mondello.

