Este lunes ha arrancado en los juzgados uno de los procesos más espeluznantes de los últimos años relacionados con delitos sexuales cometidos a través de internet. En el banquillo se sienta un hombre de 45 años, reincidente, que ya pasó una década en prisión por abusos a menores, y que ahora se enfrenta a una solicitud de 325 años de cárcel por captar a decenas de niños —algunos de tan solo 8 años— a través del popular videojuego Fortnite, con el fin de obtener imágenes de contenido sexual explícito.
El acusado se hacía pasar por otro jugador dentro del entorno virtual del juego, donde contactaba con menores de edad. Con el señuelo de ofrecerles recompensas y monedas virtuales del propio Fortnite, conseguía ganarse la confianza de los pequeños. A cambio de esos ítems digitales, les pedía que se desnudaran frente a la cámara. La Guardia Civil ha acreditado que al menos 20 menores fueron víctimas directas de esta red de explotación.
Durante la sesión, algunas de las víctimas han prestado declaración, en un ambiente marcado por la dureza de los testimonios. El acusado, impasible, ha escuchado las acusaciones por 53 delitos, entre ellos agresión sexual, abuso sexual y pornografía infantil.
Más de 2.000 archivos
Durante la investigación, los agentes hallaron en el ordenador del procesado una carpeta titulada "angelitos", que contenía más de 2.000 archivos de índole pedófila, muchos de ellos capturas de pantalla obtenidas en tiempo real de las conversaciones y vídeos con los niños.
Este videojuego, que acumula millones de usuarios en todo el mundo, ha sido objeto de críticas en el pasado por su capacidad adictiva, hasta el punto de que en lugares como Castellón se ha llegado a internar a menores por comportamientos comparables a una adicción a sustancias.