Tres de los hijos de la desaparecida duquesa de Alba, Carlos, Fernando y Eugenia, fueron de los muchos que asistieron al magnífico concierto que ofreció Elton John en Madrid.
Tanto Carlos, actual duque, como su hermana Eugenia, se negaron de muy malas formas a responder cuando fueron abordados por la prensa. El primero no habló de las declaraciones de su ex mujer, Matilde Solís, después del escándalo que ha provocado su denuncia al psiquiatra sevillano. Eugenia, mientras, hizo lo mismo, negándose a decir nada sobre su reciente relación con el actor José Coronado. Cierto es que están en su derecho de no hablar, pero ayer olvidaron las normas de educación los dos. Parece mentira, con lo poco que cuesta, quedar bien aunque no se diga nada. Basta con recordar a José Coronado, hace unos días. Cuando preguntaron al actor por la duquesa de Montoro, no contó nada, pero la sonrisa, y las buenas maneras, no las perdió en un solo momento. Tan solo se limitó a decir que de temas personales no hablaba y no pasó nada.
Mi pregunta es bien sencilla: ¿para qué acuden a un acto, sabiendo de antemano que va haber prensa, y van a ser objetivo de la misma? Es del todo incomprensible. Como siempre, el mejor de todos, siempre amable y simpático, fue Fernando. Cómo se echa de menos a Doña Cayetana.
El Teatro Real de Madrid estaba totalmente lleno, no había una butaca libre, y Sir Elton John triunfó de manera indiscutible.
Nieves Álvarez, sin perder la compostura, apareció deslumbrante, con una sonrisa que hacía mucho no se le veía. Más guapa que nunca, prefirió no hacer declaración alguna sobre su reciente separación matrimonial. Por su parte, Rocío Carrasco hizo lo mismo, negándose a responder cuando le preguntaron por los problemas de la apertura del museo de su madre, Rocío Jurado, en Chipiona, y por la inexistente relación con sus hermanastros.