El lunes era el día de las caras conocidas en la SEMINCI ya que proyectaban película dos de los directores que más veces han pasado por este festival: la india Deepa Metha y el serbio Goran Paskaljevic. La primera ha participado en Valladolid con Sam & me, Freda y Camila, Agua, Hijos de la Medianoche y Beeba Boys el año pasado. En el caso del cineasta serbio ostenta el récord de director más laureado de la historia de la SEMINCI al tener en sus estanterías 3 Espigas de Oro.
Pero la expectación terminó en decepción, en ambos casos. Deepa Metha ha demostrado sobradamente que puede cambiar de género, estilo y tema con gran facilidad. Lo mismo nos cuenta melancólicamente la historia de la India a través de dos jóvenes en Hijos de la medianoche que nos adentra con humor negro en las mafias indias que campan por Canadá, que haberlas haylas, en Beeba Boys. Pero esta vez se ha equivocado.
Anatomía de la violencia parte de un hecho real, la brutal violación que sufrió una joven en un autobús de Nueva Delhi en 2012. Una apuesta arriesgada porque se centra en contarnos la niñez marcada por abusos, sexuales o físicos, de los 6 violadores. Como le pasase a Oliver Hirschbiegel cuando estrenó El hundimiento, al que criticaron por humanizar a Hitler, Deepa Metha sabe a lo que se expone. Momentos posteriores de la proyección me confesaba que es un riesgo que ha tenido muy en cuenta pero que quiere mostrar lo que llama "la cultura de la violación" y que "no son monstruos creados por nuestra imaginación, sino que viven en nuestra sociedad".
Los errores de la película es que está grabada, ya no como un falso documental, sino como un reality que persigue a los protagonistas cámara al hombre con desenfoques incluidos. Mareante. A eso añadimos que la niñez de los violadores nos la cuenta a través de los mismos actores adultos comportándose como niños. Poco creíble.
Tierra de Dioses (Dev bhoomi), de Goran Paskaljevic, no nos dejaba mejor sabor de boca. La historia es la de un indio (este es el año de India e Irán en la SEMINCI) que vuelve a su pueblo natal en el Himalaya tras pasar 40 años en Reino Unido. Ya es casualidad, mismo tema que El ciudadano ilustre. Al igual que en la película argentina el protagonista se va a encontrar el resentimiento y celos de los que se quedaron anclados por tradiciones, en este caso, milenarias.
Precisamente lo más interesante de la película es cómo algunas de esas tradiciones (castas, matrimonios concertados...) siguen lastrando el avance de India. El saber hacer de viejo artesano del cine que tienen las películas de Paskaljevic salvan a medias, y sólo a medias, esta cinta que no termina de enganchar al espectador.
Y la sorpresa del día nos llegó con otra cara conocida de este certamen, el belga Peter Brosens, que firma junto a Jessica Woodworth El rey de los belgas. Un ficticio Nicolás III de Bélgica se encuentra en Turquía de visita oficial ante la inminente incorporación del país a la UE. Le acompaña su séquito habitual y un director de cine británico que está haciendo un documental sobre la figura del monarca encargado por la reina para mejorar su imagen pública.
Durante su estancia la región de Valonia declara unilateralmente su independencia de Bélgica bajo el lema ‘Estamos hartos’. El monarca debe volver inmediatamente pero una tormenta solar ha dejado sin servicio los aviones, satélites y comunicaciones de toda Europa. Emprenderá entonces un viaje por carretera a través de los Balcanes. Aquí nada es casualidad. Con humor inteligente El rey de los belgas nos muestra lo absurdo del asunto. Por ejemplo, la Miss Serbia que sólo fue reina de la belleza durante un mes porque Montenegro se independizó y ella es montenegrina. Fin del reinado para dárselo a una serbia serbia y trauma de por vida a lo tonto.
