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Rosa Belmonte

Lo que no se ha hecho

Jeff Bridges iba a interpretar a Mies Van der Rohe en una película nunca realizada. Harper Lee intentó publicar un par de novelas que abandonó.

Jeff Bridges iba a interpretar a Mies Van der Rohe en una película nunca realizada. Harper Lee intentó publicar un par de novelas que abandonó.
Jeff Bridges | Cordon Press

No sé si Jeff Bridges morirá por su linfoma o vivirá para hacer más películas. Lo que sé es que me gusta tanto como el jamón bueno, el que seca la boca. Me gusta incluso en películas menores que no lo son. Menores. Pero tampoco son de las que generan un culto como El gran Lebowski. O Comanchería o Valor de ley o Los fabulosos Baker Boys. Me encanta Amores compartidos, quizá porque también me gusta Alice Krige (y sí, Farrah Fawcett, que yo he ido al cine a ver Saturno 3 por ella). En la película de Alan J. Pakula tanto el personaje de Bridges como el de Krige tienen migrañas. Cada vez que me duele la cabeza me acuerdo de esas escenas en las que ambos se llevaban la mano a las sienes. Y me gusta esa tontería que es El amor tiene dos caras con Barbra Streisand (así que supongo que me gustan las películas de amor de Jeff Bridges). Pero lo que seguramente me habría entusiasmado (o no, yo que sé) pero no se ha hecho es una que se anunció hace dos años donde él iba a ser Mies van der Rohe y Maggie Gyllenhaal, la señora Farnsworth, la nefróloga que le encargó en 1945, tras conocerlo en una fiesta, que le construyera una casa de fin de semana. No sabía dónde se metía.

Sería la casa Farnsworth al lado del río Fox en Plano (Illinois), a 98 kilómetros de Chicago. Todo paredes de cristal. La señora Farnsworth se quejaba de que no podía poner ni un cubo debajo del fregadero porque se veía desde la carretera. Y hubo muchos más problemas. Seis años de construcción, un presupuesto que se disparó, inundaciones de la casa y un pleito que ganó ella. Me imaginaba a Jeff Bridges como el genio Van der Rohe peleándose con la señora Farnsworth. Pero esa película no existe. Todavía.

Harper Lee podría haber formado parte del selecto club de los autores de un solo libro por Matar a un ruiseñor con Ralph Ellison (El hombre invisible) o Margaret Mitchel (Lo que el viento se llevó). Pero le hicieron la puñeta publicando poco antes de morir Ve y pon un centinela. Aprovecharon que se había muerto su hermana, guardiana y abogada. Ve y pon un centinela no es más que un borrador de Matar a un ruiseñor, el texto que la editora Tay Hohoff desechó. Mandó a Harper arreglar eso para terminar escribiendo el libro que se publicaría en 1960 y se convertiría en una institución literaria y emocional (también lo es El guardián entre el centeno, aunque no entiendo por qué).

Pero al margen de ese libro innecesario, lo cierto es que Harper Lee intentó escribir un par más que abandonó. Uno de ellos es el objeto del muy interesante y entretenido Horas cruentas (Libros del K.O.), de Casey Cep. En 1977, Harper Lee era famosísima pero la gente no la conocía por la calle. Fue a Alabama para contar la historia del reverendo Willie Maxwell. Seis personas cercanas a él habían muerto en circunstancias extrañas, Para unos, sospechosas; para otros, sobrenaturales. Pero no se le pudo culpar. El reverendo se convirtió en una presencia que asustaba por el lago Martin. La gente creía que tenía poderes, que hacía vudú. Un vecino lo mató en un funeral delante de 300 personas. El juicio en Alexander City fue un acontecimiento. A nadie le interesaba por qué lo habían matado (ya lo sabían), sino las muertes anteriores.

Lo que hace Casey Cep es tirar tanto de la historia del reverendo como de la historia del libro que Harper Lee no llegó a escribir (además de retratar el lugar y la época). Entre los muchos periodistas del juicio estaba Harper Lee. “Dedicaría un año a investigar la historia en el pueblo y muchos más a transformarla en prosa. Ese día, en la sala del juicio, la incógnita era qué ocurriría con el hombre que había matado a Willie Maxwell. Pero tras el veredicto y durante décadas, la incógnita fue qué ocurrió con el libro de Harper Lee”, escribe Cep en el prólogo. Y de eso va Horas cruentas.

Ni se ha hecho la película de Mies van der Rohe y la señora Farnsworth ni se ha publicado el que sí habría sido el segundo libro de Harper Lee. Y me gusta pensar que habrían sido tan buenos como el jamón bueno.  

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