El Real Oviedo, la primera víctima del fútbol moderno
Los asturianos jugarán en San Mamés ante el Athletic en la vuelta de la Copa del Rey. Los de Bielsa llevan ventaja (0-1).
Mucho se habla de los equipos que no pagan a sus jugadores debido a la crisis que azota nuestro país, pero muy pocos se acuerdan que el fútbol moderno que copa hoy en día las pantallas de televisión se cobró sus primeras víctimas a principios del nuevo siglo.
La historia del Real Oviedo está llena de altibajos para una hinchada que en ocho años de calvario nunca ha dejado de apoyar a su equipo del alma. Desde 2003 la brecha abierta entre la directiva y la afición se ha hecho insostenible. Ahora, cuarto en el Grupo I de Segunda B, a seis del líder, este histórico del fútbol español lucha por volver a Primera.
Hace más de ocho años, en junio de 2003, tras una desastrosa temporada en Segunda División –los jugadores habían jugado sin cobrar la mayor parte de la temporada–, el Real Oviedo confirmaba su descenso a la división de bronce del fútbol español. Los más de 15.000 socios que arropaban al equipo en cada partido no se lo podían creer. Sin embargo, los problemas no habían hecho más que comenzar. Jugadores importantes para la plantilla, como Oli o Esteban, denunciaron al club por impagos y finalmente descendieron una categoría más en los despachos y no llegaron a jugar ni un solo partido en Segunda B.
Tras su descenso a Tercera, el conjunto de la capital del Principado comenzó con seis puntos menos en la clasificación, aunque ese sería el menor de los problemas. El Ayuntamiento de Oviedo declaró que el equipo era inviable por lo que proclamó la autocreación de un nuevo equipo representativo de la ciudad, el Oviedo Astur. Esto no sentó nada bien y miles de oviedistas se lanzaron a la calle con el lema "Salvemos al Real Oviedo" para impedir la caída del club. Como si de un impulso se tratara, el equipo comprendió el mensaje.
Un Oviedo de récord
No había plantilla, ni siquiera dinero para pagar las fichas pero la calidad de los jugadores del filial que conformarían la plantilla era espectacular. Jugadores como Santi Cazorla, ahora en el Málaga, o Michu, ahora en el Rayo tras haber jugado en el Celta, jugaban por aquel entonces en el Oviedo B, aunque el primero nunca llegaría a debutar en el primer equipo. También se encontraba un jovencísimo Adrián en el juvenil azul.
No había despachos, no se podían jugar amistosos, no había luz, pero si que había una cosa: ilusión por salir adelante. La afición se sumó a esas ganas y sobrepasó los 15.000 abonados, todo un récord en Tercera División. Ese no sería el último en batir. El primer partido de Liga contra el Mosconia era una incertidumbre, el equipo no había jugado partidos de pretemporada y la media de edad rozaba los 21 años. El partido se lo llevó el equipo asturiano y los tres puntos se quedaron en casa. A pesar de la victoria el equipo seguía con menos tres puntos.
Derrota en los play-off
Tras la gran inyección económica que supuso el apoyo de la afición, el Oviedo pudo reforzarse con jugadores como Aldeondo o Darío Aliaga, ambos delanteros. La primera temporada en Tercera, el equipo azul demostró su superioridad y llegó al final de la temporada metido en los puestos de play-offs. Otro gran palo para el equipo asturiano fue en los partidos de ascenso a 2ªB. Tras vencer al Ávila en primera ronda, se enfrentaba al Arteixo. Perdieron por la mínima en la ida lo que hizo insuficiente el 3-2 de la vuelta. La terrible noticia se confirmaba: otro año más en Tercera.
Ascenso a Segunda B y vuelta a Tercera
La respuesta de los aficionados a tan terrible noticia fue otra vez espectacular. Se superaron de nuevo los quince mil socios y finalmente, ese año sí, el Oviedo pudo celebrar el ascenso. La ciudad salió a la calle y festejó el primer paso hacia la vuelta a la élite. Esto sería sólo un espejismo ya que, tras un año infructuoso en 2ªB, la siguiente temporada volvieron a caer a Tercera División, dónde estaría dos temporadas más. Por otro lado, y para hurgar un poco más en la herida, el eterno rival, el Sporting de Gijón, conseguía el ascenso a Primera.
A pesar del gran palo que supuso volver a bajar a Tercera la afición volvió a responder de forma impresionante. La cifra de abonados se mantuvo por encima de los diez mil. Para esa temporada se contó con un entrenador de renombre: Lobo Carrasco. Tras perder por goleada en los play-off de ascenso fue destituido por el Consejo de Administración. Ese año tampoco se ascendió. Sí lo conseguiría la temporada siguiente y la fiesta en la capital asturiana fue igual que cuatro años antes.
La temporada 2009-2010, el Oviedo alcanzó la máxima cota desde su destierro en 2003. Tras acabar la temporada segundo, por detrás del Alcorcón, visitaba Pontevedra –primera ronda del play-off a Segunda– con el apoyo de cinco mil oviedistas dispuestos a alcanzar el ascenso. Tras perder 2-1 y 1-2 en Oviedo, el sueño se disolvió y la tristeza volvió a inundar un año más el corazón azul.
El siguiente año, los temas extradeportivos dominaron la rutina del club, y los rumores de compra por parte de accionistas mexicanos coparon las noticias de la actualidad oviedistas. La llegada de Pacheta al banquillo azul fue espectacular. El Oviedo encadenó siete victorias seguidas y todo el mundo se volvió a ilusionar con el equipo.
El sueño de volver a Segunda
Tras un comienzo un tanto dubitativo, parece que este año sí que se han encauzado las aguas y el equipo está cosechando buenos resultados. Ahora mismo está cuarto a seis puntos del líder, el Real Madrid Castilla. De momento, y a pesar de la derrota el pasado fin de semana ante el Rayo B por la mínima, la ilusión por volver a Segunda División es máxima. Este miércoles, primera gran prueba en un estadio de Primera.
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