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Tres medallas de bronce, escaso botín para España en la séptima jornada de los Juegos Paralímpicos

Tres medallas de bronce ha sido todo el botín de la delegación española este sáado, en la séptima jornada de los Juegos Paralímnpicos de Pekín. Un resultado que deja un sabor agridulce tras la espectacular jornada del viernes, en la que España logró trece metales.

L D (EFE) Una vez más, el ciclismo y la natación, dos disciplinas talismanes para el equipo español, aportaron su parte de éxito, mientras que el tercero y último de los bronces salió de El Nido de Pájaro, como se conoce popularmente al Estadio Olímpico, donde Ignacio Ávila protagonizó una remontada espectacular en la final de los 1.500, en la categoría T13 para deficientes visuales.

A falta de 150 metros de meta, Ávila, que aparentemente había dilapidado todas sus opciones tras el último cambio de ritmo del keniano Kirwa en la cabeza de carrera, cubrió una recta final impecable para lograr colarse tercero con un tiempo de 4:07.00. "Veía que estaba un poco rezagado, pero que todavía tenía algo de cambio y he esperado a los últimos 150 metros para darlo todo y realmente ha salido bien, me han acompañado las fuerzas hasta el final", señaló Ávila, de 29 años, al fin de la carrera. El manresano se mostró exultante con su actuación: "Para mí era importantísimo ganar esta medalla de bronce, porque el nivel que tenemos actualmente es casi para gente que podría ir tranquilamente a un campeonato de España de gente sin discapacidad".

Fue la última medalla de la tarde; antes, como de costumbre, España pescó algo en las aguas de la piscina olímpica, aunque en esta ocasión el premio, por inesperado, fue una sorpresa. La protagonista fue la catalana Esther Morales al terminar los 100 metros espalda S10 a tres segundos del récord mundial que batieron al unísono la neozelandesa Sophie Pascoe y la sudafricana Shireen Sapiro, con un crono de 1.10.57. "Cuando he llegado, me he quedado como diez segundos mirando, y volví a contar y decía, no puede ser, ¿tercera? Y es que no me lo esperaba", señaló la joven de 23 años, llorando de emoción por su tercera medalla paralímpica, tras los dos bronces que consiguió en Atenas 2004, en los 50 libre y 100 espalda.

Estos dos bronces vinieron a unirse al que abrió la jornada para España y consiguió el ciclista vizcaíno Javier Otxoa, que vio como el británico Darren Kenny le arrebataba el oro en la recta de meta de la prueba de fondo en carretera categoría LC3-4/CP 3, que se celebró en Changping, donde se encuentran las famosas Tumbas Ming.

Ambos corredores se presentaron en solitario en la línea de meta tras escaparse a falta de diez kilómetros y en el sprint final Kenny se mostró superior al español para llevarse la victoria final, lo que reconoció deportivamente Otxoa. "Llegando junto con Kenny, sé que me va a ganar él. Yo me la he jugado bajando, de cara a meta, cuando faltaban dos kilómetros porque él tiene un poquito de miedo en las curvas, y le he sacado algunos metros, pero llegando al llano de meta me ha cogido el rebufo", explicó el ex profesional vizcaíno, de 34 años.

Otxoa, que participa en categorías CP3, reservadas a corredores con parálisis cerebral, tras ser atropellado en una carretera malagueña en febrero de 2001 mientras entrenaba junto a su hermano gemelo Ricardo, que murió en el acto, lamentó que todo el pelotón estuviese pendiente de su rueda durante la prueba. Con estas tres medallas de bronce España suma ya 46, a 24 del objetivo que la delegación se impuso antes de viajar a Pekín, y desciende dos puestos en el medallero paralímpico, aunque a un solo bronce de Alemania cuando quedan cuatro jornadas para que se apague el pebetero en el Estadio Olímpico.

 

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