Por una parte quieren Libertad de Mercado (cuando los explotados son los ciudadanos), pero luego quieren una economía intervenida (cuando los apuros los pasan los grandes capitales). Es cierto que al sistema no le queda más remedio que ayudar a los bancos porque son la columna vertebral de nuestras economías, pero, ¡por lo menos encarcelen de por vida a todos los directivos que especularon con las economías de los ciudadanos, para sacarles la sangre vía intereses bancarios, por préstamos para comprar viviendas sobrevaloradas por los propios bancos mediante su irreal tasación! Es lo mismo que ha pasado en España, una vivienda no es un capricho, es esencial para vivir. Tasarlas por más de un 300% sobre su valor de construcción es especular con la vida de las personas.

El mundo ha dejado pasar los últimos 12 años hipnotizado por lo que parecía un inagotable río de oro. Ni globalización ni leches, algo mucho mejor: dinero fácil y abundante en toda la escala social y todo emplazamiento geográfico, sin límites ni fronteras, desde las grandes empresas y gigantescos centros financieros hasta un mandinga a la puerta de una choza (bueno, para éste algo menos); también desde Alaska hasta Ciudad del Cabo. La humanidad, desde un punto de vista macroeconómico, ha vivido una buena juerga. Y el coste parecía ridículo, ha bastado con un poco de manipulación en los IPC, un cierto voluntario despiste regulatorio, unas gotas de avestrucismo (en el fondo del agujero también había oro). Si a lo anterior añadimos una fuerte dosis de golfería, inherente a la humanidad desde que pobló aquella tierra al este del Edén, pues ya está, tan ricamente. ¡Vengan días y caigan Porsches Cayenne! Pero se acabó, llego el comandante y mandó parar. ¿Y ahora qué?