Como ocurrió el pasado junio, la huelga ha revelado la verdadera realidad sindical española: CCOO y UGT no representan a nadie, son sindicatos con actitudes fascistas y sus líderes han perdido apoyos incluso dentro de sus propias organizaciones. Los ciudadanos ya conocen la catadura moral de estos sujetos que se han olvidado de lo que es trabajar, se han alejado de la realidad y, por ello, ayer vieron como desde los balcones se improvisaban pancartas con sábanas que llamaban "vagos" a los que intentaron parar Madrid mediante las amenazas y la violencia.
Los líderes de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, hicieron el ridículo, antes, durante y después de la huelga. Intentaron, sin éxito, ocultar el rotundo fracaso del paro general, lanzaron sus soflamas en una manifestación celebrada en la capital de España y se agarraron al sillón sindical para no perder su situación de privilegio, configurando una casta parasitaria que, junto a la clase política, es responsable del hundimiento de la economía española y la disgregación de la nación.
Los que son fieles a este particular repaso por la actualidad económica sabrán que en más de una ocasión he comparado a Toxo y a Méndez con unos personajes de dibujos animados que todos recordamos con cariño, pero que al compararlos con los dirigentes sindicales pierden su candidez y ternura.
Los secretarios generales de ambos sindicatos tienen como primer y último objetivo quitarles la comida (el salario) a los excursionistas (contribuyentes), como hacían Yogui y Bubu en el parque de Jellystone. Aquí el guardabosques (Corbacho) es cómplice del atraco, e incluso defiende a los dirigentes de unas organizaciones que han defendido el uso de la violencia para evitar que los ciudadanos pudieran asistir a sus trabajos sin ser insultados, agredidos y vejados.
Pues bien, los diarios económicos piden a Yogui y Bubu que se larguen con viento fresco, que dimitan de sus cargos y abran la puerta a un sindicalismo que defienda los derechos de los trabajadores, en lugar de proteger a una aristocracia laboral de vagos que están en las empresas porque el coste de despedirlos es tan alto que no siquiera se valora a la hora de ajustar plantillas. Sí, esos que no trabajan, tocan las narices al resto de empleados y luego, en eventos corporativos, como la cena de navidad, son poseídos por los vapores de los caldos de Rioja o Ribera de Duero con más frecuencia que el resto. Como rezaba una pancarta improvisada en un balcón madrileño: "vagos, a trabajar".
El más duro es El Economista que abre su portada con un titular que no deja lugar a las vagas interpretaciones: "Falla la huelga general de Méndez y Toxo... que se vayan". El diario asegura que "los sindicatos no lograron parar el transporte y fracasó la huelga general, lo que pone en el punto de mira a los líderes sindicales". En su Editorial insiste en esta idea: "la huelga decimonónica fracasa. Méndez y Toxo deben dimitir".
Expansión no es tan taxativo a la hora de pedir la dimisión de los responsables de CCOO y UGT, pero también certifica la "derrota sindical". Señala que "la huelga general fracasa, lo que deja vía libre para profundizar en las reformas económicas. La patronal CEOE cifra el paro entre el 3% y el 10%, según sectores". Según el diario "el impacto económico de la huelga ha sido mínimo: por debajo de los 1.000 millones y el consumo eléctrico cayó sólo un 15%. La repercusión en las telecomunicaciones fue casi nula y la bolsa hizo oídos sordos. El fracaso abre un debate sobre el papel de los sindicatos, que han perdido aún más su credibilidad".
En su Editorial, titulado "la necesaria reforma de los sindicatos", el periódico de Unidad Editorial considera que "si no emprenden su necesaria modernización", estas organizaciones que viven de la teta pública "corren el riesgo de sucumbir en una espiral de deslegitimación que los margine como interlocutores sociales".
Cómo estará la cosa que hasta Cinco Días, el diario salmón más cercano a las tesis del presidente del Gobierno, habla del "fracaso de la huelga general". No obstante, y aunque no llega al servilismo de Público, destaca el supuesto "seguimiento apreciable en la industria" y se ve obligado a admitir el respaldo "nulo en los servicios y la función pública". Como casi siempre, el autor de la información parece vivir fuera de la realidad, ya que indica que "los incidentes fueron mínimos, a excepción de los duros enfrentamientos entre la policía y un grupo de jóvenes antisistema en Barcelona".
El diario de Prisa hace referencia en su Editorial....... ¡a la huelga de 1988! Atención al argumento: "sin entrar en estériles guerras de cifras, el resultado de ayer no se asemeja ni de lejos a aquella jornada histórica en el movimiento sindical, que obligó al también Gobierno de Felipe González a dar un volantazo a su política hasta el llamado giro social". En un Editorial titulado: "Más convicción en la agenda reformadora" el diario pide al Gobierno que lleve adelante los cambios que necesita España, los mismos que el propio periódico negaba hace unos meses.