Lo ratificó ayer el presidente del Gobierno en el Debate sobre el Estado de la Nación: los datos sobre la evolución de la población son "apabullantes". En 2050 habrá 1,7 españoles en edad de trabajar por cada uno en edad superior a 65 años, frente a las casi cuatro de la actualidad. Este déficit poblacional, que más que déficit es ya depresión, hace inviable el actual sistema de prestaciones públicas característico del Estado de Bienestar.
Su mantenimiento en el futuro tan sólo pasa por tres vías: subida "drástica" de impuestos a todos los niveles, tal y como admitió Zapatero; reducción de las prestaciones públicas, tal y como plantea la reforma de las pensiones que se está discutiendo en el Pacto de Toledo; un cambio de modelo en toda regla orientado hacia la eliminación del Estado de Bienestar y su sustitución por un sistema privatizado y de mucha mayor liberalización para aumentar exponencialmente la competitividad y productividad de la economía –en esta línea va la reciente propuesta lanzada por la CEOE al Gobierno-; o bien que en las próximas décadas se corrija de forma sustancial el actual déficit poblacional.
Y es que, "el principal problema de Europa en el siglo XXI es probablemente el demográfico. El problema de la divisa común o el de la deuda gigantesca son grandes problemas, pero el demográfico es el más importante. Si tienes una buena demografía, puedes superar la deuda. No habrá italianos ni españoles en cien años, ¿y hacéis algo respecto de vuestro problema demográfico? Ésta es una de las razones por las que el euro está en apuros, o por la que tenéis problemas con la deuda soberana. Tenéis una población que envejece rápidamente. Hicisteis grandes promesas a toda esta gente mayor, y ahora no tenéis el dinero para mantener a la tercera edad. Por encima de todo, vuestro peor problema en el siglo XXI es el demográfico". Jim Rogers -prestigioso inversor a nivel mundial- dixit.
Pero ¿cómo cuantificar la desploblación que sufre España? Éste es, precisamente, el ejercicio que ha efectuado Alejandro Macarrón Larumbe, consultor de estrategia empresarial y corporate finance, en un amplio informe al que ha tenido acceso Libertad Digital. En una tribuna publicada por este diario, Macarrón resume las grandes cifras del agudo problema demográfico español. De acuerdo con la pirámide de población actual, en España ya "faltan entre 9 y 12 millones de personas menores de 30 años para tener una estructura de población por edades mínimamente equilibrada". Una dimensión que, simplemente "asusta".
Éste es el número de jóvenes y niños extra que precisaría el país para mantener, mínimamente, la "sostenibilidad de nuestro sistema público de pensiones y de sanidad a partir de la siguiente década". En concreto, con 9 millones de jóvenes más la figura poblacional española adoptaría una forma de rectángulo. Así, según Macarrón, "nos faltan unos 250.000 nacimientos anuales simplemente para que haya relevo generacional".
Sin embargo, para que la pirámide se invierta, es decir, para que en el futuro el número de jóvenes supere mínimamente al volumen de mayores de 65 años, España precisa ya la friolera de "12 millones de españoles más con menos de 30 años". "Son cifras que marean, y que ilustran la magnitud extrema que tiene ya nuestro problema demográfico, que además sigue creciendo año a año", advierte.
"Que ya nos falten entre 9 y 12 millones de personas, si no más, da idea del desastre que estamos engendrando por no hacer lo propio en materia de prole. Cuando el presidente Roosevelt instauró la Seguridad Social en 1935, en EEUU había 52 activos por pensionista. En España, actualmente, hay unos dos trabajadores en activo y cotizando por cada jubilado, y vamos poco a poco hacia proporciones del tipo uno a uno, sencillamente insostenibles", concluye Macarrón.
La cuantificación del problema demográfico español al que aludía Rogers en una entrevista con Libertad Digital refleja, simplemente, que el actual Estado de Bienestar está condenado a muerte, con o sin crisis económica. La recesión tan sólo ha adelantado y agravado los problemas demográficos estructurales que ya estaban presentes y que, tarde o temprano, acabarían saliendo a la luz. De ahí, precisamente, las recientes reformas del sistema de pensiones que han sido aprobadas en distintos países europeos. De hecho, Bruselas acaba de proponer retrasar la edad de jubilación hasta los 70 años.
Todo ello es prueba de que, con el actual déficit demográfico que sufre Europa, la sostenibilidad del Estado de Bienestar tan sólo es posible recortando de forma progresiva prestaciones públicas, a falta de reformas de calado tendentes a una mayor liberalización económica y privatización de servicios. Y es que, este problema no sólo afecta a las pensiones, sino al sistema educativo, sanitario y asistencial propio de un modelo público instaurado y desarrollado a lo largo del siglo XX.
"Con menos activos por jubilado, las pensiones públicas, la sanidad pública y los costes de la dependencia son un lastre cada vez más pesado para la economía. La alternativa es un recorte en esas prestaciones (pensiones más bajas, copago en la sanidad pública...). Y encima muchos jubilados futuros, sin hijos, ni siquiera tendrán la tradicional red familiar", señala el informe. Además, "si la población decrece y envejece de forma continua es muy difícil evitar una recesión estructural, justamente lo que nuestra actual demografía augura a España y a la gran mayoría de Europa en las próximas décadas, siguiendo la estela de Japón".