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Puigdemont arrastra a ERC a un nuevo golpe de Estado

El presidente del Parlament convoca el pleno de investidura para el martes 30 con el prófugo como candidato.

El presidente del Parlament convoca el pleno de investidura para el martes 30 con el prófugo como candidato.
Torrent y Puigdemont, en Bruselas | EFE

Rumbo de colisión. Esquerra Republicana se somete a la estrategia de Carles Puigdemont con la excusa de que la ofensiva legal del Gobierno contra la candidatura del prófugo no le deja otra salida. El presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, ha anunciado en la tarde del jueves que la sesión de investidura del expresidente regional arrancará a las 15 horas del próximo martes, penúltimo día hábil para la convocatoria. Tiene el viento de cola del Consejo del Estado, que ha respondido al recurso del Gobierno con la réplica de que no es el momento procesal oportuno, que no caben los recursos preventivos cuando se ignora si Puigdemont se personará en el pleno. El Gobierno aduce que el aval del Consejo de Estado no es preceptivo y que insistirá en el Constitucional.

A primera hora del jueves, ERC y la plataforma de Puigdemont discutían sobre la fecha del pleno. Esquerra proponía el 30 mientras que Junts per Catalunya prefería exprimir el plazo y convocar para el 31 por la tarde. Los republicanos no renuncian a candidatear a Oriol Junqueras mientras que Puigdemont y los suyos preferían el 31 por la tarde para exprimir al máximo los plazos. El presidente de la cámara, Torrent, repite en todas sus comparecencias que lo urgente e importante es levantar la aplicación del artículo 155 de la Constitución mediante un gobierno "efectivo". Puigdemont no compra ese mensaje e insiste en su investidura. No fue el más votado el pasado 21-D, pero superó a Oriol Junqueras y zanjó la discusión sobre el liderazgo del separatismo. Por mucho que Rufián y Tardà alienten un plan B con el preso Junqueras como candidato a la presidencia, la decisión final está en manos de una sola persona, Carles Puigdemont.

En manos de Puigdemont

Hace poco más de dos años, la CUP protagonizaba el sainete catalán. De ellos dependía la mayoría absoluta de Junts pel Sí, la coalición entre Convergencia y ERC, y se cobraron la cabeza de Artur Mas. Ahora todo está en manos de su sustituto, Puigdemont, que tiene la última palabra. Si da un paso al lado y su grupo propone un nuevo candidato (Elsa Artadi o Eduard Pujol, el exdirector de la radio del conde de Godó), la legislatura "autonómica" daría un paso sin chocar con la legalidad. Caso contrario, el accidente está servido. La respuesta del Consejo de Estado refuta el momento, no el fundamento del escrito gubernamental.

La batería preventiva de Moncloa contra la candidatura de Puigdemont sostenida, según la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en las limitaciones "deambulatorias" de Puigdemont, ha sido replicada por la plataforma del fugado con una copia de su acta de diputado, lo que según sus promotores valida la candidatura del electo. El Consejo de Estado ratifica esos argumentos. No es el momento de impugnar la candidatura. Trompazo monumental de Rajoy y la vicepresidenta que había vendido el recurso como un prodigio de la técnica jurídica y la anticipación estratégica.

En ese contexto, ERC se somete al arrastre de Junts per Catalunya. El portavoz del partido, Sergi Sabrià, asume los argumentos de la candidatura rival y afirma que el Gobierno ha cruzado "todas las líneas rojas". La investidura, a pesar de la precipitación del Gobierno, parece condenada al fracaso. Los republicanos temen una repetición de las elecciones (contingencia ante la que deberían ser ellos quienes plantearan a Puigdemont la lista conjunta que rechazaron hace dos meses) e insisten en la necesidad de levantar el 155.

Renuncias de los fugitivos

Puigdemont tiene asegurada la mayoría. La mesa del Parlament ha aplazado hasta el próximo martes, el mismo día del pleno, el debate sobre la delegación de voto de los exconsejeros fugados. Tres de ellos, Lluís Guinó y Clara Ponsatí (de Puigdemont) y Meritxell Serret (de Junqueras) ya han avanzado que están dispuestos a dimitir para facilitar la investidura. El republicano Comín retendrá el acta aunque no pueda votar. Si los cuatro diputados de la CUP se suman, Puigdemont podría ser reelegido presidente en primera vuelta incluso a distancia, aunque el hecho de que no haya solicitado la delegación de voto incita los rumores sobre una irrupción por sorpresa en el Parlament. Las informaciones sobre los controles en la frontera se combinan con los sueltos sobre la autoridad de Torrent para impedir la entrada de las fuerzas policiales en la cámara autonómica.

El Parlament retrocede hasta los pasados 6 y 7 de septiembre, cuando aprobó la reforma de la cámara para dar salida a las "leyes de desconexión" y el referéndum ilegal del 1-O. ERC no ha sido capaz de reconducir a Puigdemont y sus partidarios. Los presos han renunciado a la ruptura. También, aunque de boquilla, los excarcelados. La expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, cedió el testigo a Torrent por razones prácticas. No pesa sobre él ninguna investigación. La intención de ERC de intentar conllevar la reanudación del golpe con el mantenimiento de las apariencias topa con la estrategia de Puigdemont, a quien están atados de pies y manos. La sesión de investidura puede superar en desprecio por la legalidad a las que antecedieron a la proclamación de la república.

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