La lista de Rodríguez Braun

Diez imprescindibles del liberalismo

La lista de Carlos Rodríguez Braun.

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Smith muestra aquí que el mercado no es una institución depredadora sino creadora de prosperidad y bienestar. La edición que recomiendo es la de Alianza.

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Es mi obra favorita. Y la traigo a colación para mostrar el otro lado del liberalismo; para mostrar cómo son nuestras emociones, cómo es la psicología humana, cómo es la acción humana, que diría Mises. También en este caso recomiendo la edición de Alianza.

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Bastiat fue un grandísimo liberal, particularmente brillante. Selecciono este pequeño texto porque los enemigos de la libertad han pervertido profundamente la idea del Derecho. De nuevo, en Alianza.

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Desolado, Hayek descubrió que las ideas de Hitler, ese tipo terrible contra el que se estaba combatiendo aquel año de 1944, defendía ideas que previamente habían asumido en la Inglaterra democrática y liberal prácticamente todo el mundo, los célebres "socialistas de todos los partidos" a los que dedica el libro. La mejor versión, la más completa, es la de Unión Editorial.

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El del dinero es el ámbito económico donde el Estado se ha hecho más fuerte. Y ese es precisamente el objeto de estudio del profesor Huerta de Soto en esta voluminosa obra. Todo liberal, con independencia de la escuela a la que pertenezca, tiene que tener conciencia de este problema.

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Quizá sea el más radical alegato libertario contra el poder. Rothbard fue uno de los grandes hombres de la Escuela Austriaca.

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Quizá el libro más famoso que se haya escrito nunca sobre la libertad. Muy distinto del de Rothbard; no en vano Mill es, a mi juicio, uno de los fundadores del socialismo que ha perdurado, que no es el que predicaba el comunismo sino, más bien, el de los socialdemócratas. La edición que recomiendo es la de Tecnos.

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Muy a menudo a los liberales se nos concede el terreno de la teoría pero se nos veda el de la práctica. Pues precisamente lo que hace aquí Rallo es demostrar que sí, que sí se puede aplicar el liberalismo.

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Buchanan y Trullock destrozan la ficción del Estado como una reunión de gentes puras y desprendidas y demuestran que quienes lo manejan también tienen intereses.