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Amando de Miguel

Silva de varia lección

Nunca he sabido por qué se llamaron "comunidades autónomas", y no digamos "autonomías", cuando la entidad más autónoma es España.

Son tantos y tan diversos los comentarios que me hacen los libertarios que a veces no tengo más remedio que agruparlos un poco al azar. El factor común es la preocupación por el habla, pero sin querer se mezclan críticas políticas, culturales y de todo tipo.

Eduardo Fungairiño se queja de que las regiones diseñadas como comunidades autónomas no hayan seguido siempre una pauta feliz. Por ejemplo, La Rioja excluye la Rioja alavesa y la navarra. Añado que se apropia de Cameros, que nunca fue riojana. Sostiene don Eduardo que las "regiones uniprovinciales son un despropósito en lo político y un dispendio en lo económico". Menos mal, añade, que no se desgajó León y, dentro de León, El Bierzo. Es verdad. Todo el mundo sabe que Ponferrada es muy distinto de Cacabelos. Para mí, la única comunidad provincial que tiene sentido es Asturias, aparte de las Baleares. Nunca he sabido por qué se llamaron "comunidades autónomas", y no digamos "autonomías", cuando la entidad más autónoma es España.

Agustín Fuentes me hace una estupenda disección de las tertulias a las que asisto ocasionalmente. Tiene mucha razón en sus críticas, pero no puedo reproducirlas por no ofender a nadie. Para mi gusto son mejores las tertulias en las que no hay tantos "arrebatapalabras" y, sobre todo, en las que se discute sobre ideas y no sobre sucesos. El peor modelo es el de Telecinco, que es el que más éxito tiene.

Julio Iglesias de Ussel me proporciona una larga lista de nuevos vocablos de moda, generalmente barbarismos, que vienen a sustituir a otras versiones castizas. Doy solo algunos ejemplos. Entre paréntesis va la versión castiza: spa (balneario), contrato de prácticas (trabajar bajo cuerda), outlet (tienda de saldos), estilista (peluquero), talk-show (reunión de cantamañanas), tunear (poner chorradas al coche). Hay mil más. Algunos de esos términos quedarán y otros pasarán de moda. Por mi parte añadiría algunos términos de la jerga económica, que no hay Dios que los entienda. Por ejemplo, ¿por qué los puntos son "básicos"? ¿por qué la deuda pública es "soberana"? ¿por qué en la Bolsa no se pierde sino que "se deja"? ¿por qué el "diferencial" y no la "diferencia"? Y así hasta el infinito.

José Antonio Martínez Pons se refiere a los apellidos chuetas, los judíos conversos de Mallorca. No creo que sea excluyente la lista conocida de apellidos de tal estirpe. Don José Antonio razona de si la voz "chueta" procede del "xua" (= tocino) o es una derivación de "judío" (que se dice de modo parecido en diversos idiomas). Sospecho que lo de "xua" procede de "xueta". Aprovecho para lanzar una amenaza. Acabo de terminar la escritura de una novela, "Judíos en la ciudad de los ángeles", que saldrá en el otoño si Jehová lo quiere. Es sobre judíos en el ambiente intelectual del Madrid que conozco. Aparecen ángeles y espías. Alguno de los personajes descritos se me va a enfadar si se siente reconocido, pero todo es una ficción.

Hablando de ficción, mi médico de cabecera, José Manuel Morán, me envía un estupendo cuento de ciencia ficción sobre el hecho de que los terroristas vascos volaron Cuelgamuros antes de terminar el año 2011. A partir de las ruinas se hizo un Memorial de la Guerra Civil Española.

José Manuel Valle me pide bibliografía sobre el insulto. He aquí dos buenos diccionarios: Juan de Dios Luque y otros, Diccionario del insulto, y Delfín Carbonell, Diccionario sohez. Un clásico puede ser la Enciclopedia del erotismo de Camilo José Cela, dado que muchos de los insultos tienen que ver con el tabú de la sexualidad.

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