Menú
Una de las características de los antiglobalización es que son capaces de, para criticar a las democracias de tipo occidental, mantener al tiempo dos posturas opuestas mientras ocultan la realidad. Quienes llevan décadas machacando con que el capitalismo aleja cada vez más a los pobres de los ricos son los mismos que critican que millones de personas salgan de la pobreza y se conviertan en "clase consumista". Esos mismos, que suelen sentir una fascinación enfermiza por los dictadores que hunden en la miseria a sus países y por los defensores de esos tiranos, no dudan en ocultar que son justo los anticapitalistas quienes agravan las diferencias entre los ciudadanos.
 
Esos que culpan al binomio capitalismo-democracia (son dos conceptos que van necesariamente unidos) de la llamada "brecha digital" y atacan la iniciativa privada característica de estos sistemas son quienes ocultan que los sistemas anti-occidentales son los que ahondan esas diferencias dentro de sus fronteras. El último, por el momento, ejemplo es Cuba. El mercado negro permitía que algunos ciudadanos de la Isla se saltaran las prohibiciones impuestas por el régimen comunista y accedieran a la Red. Ante esto, Fidel Castro y sus secuaces han encontrado una solución que sus defensores callan, niegan o justifican: obligar a acceder a la Red por medio de una red telefónica más cara que se paga con dólares.
 
Hasta hace poco los cubanos podían, con cierto esfuerzo económico, violar las represivas leyes castristas y encontrar una ventana a la libertad contratando el acceso en el mercado negro. Desde ahora, en Cuba Internet es sólo para ricos. Unos ricos que son los mismos que disponen de autorización para navegar por la Red: los jerarcas del régimen y los directivos extranjeros de empresas con negocios en el país.

En Tecnociencia

    0
    comentarios