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Carmelo Jordá

'Jo també sóc tabarnés!'

Desde este martes se puede ser catalán y tabarnés a un tiempo, que es lo mismo que ser catalán y español, como bien ha apuntado Boadella.

Desde este martes se puede ser catalán y tabarnés a un tiempo, que es lo mismo que ser catalán y español, como bien ha apuntado Boadella.
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Con su molt honorable president a l’exili al frente, Tabarnia ha dejado este martes de ser una broma, un chascarrillo afortunado de las redes sociales, para convertirse en una realidad que tendrá que ser tomada en cuenta. No es, por supuesto, una entidad político-institucional de hecho, pero tanto su crítica al separatismo como la amenaza, muy real, de desgajarse de una hipotética Cataluña independiente suponen un cambio rotundo en el tablero de juego de la política catalana y, por tanto, de la española.

Se acabó la mentira de "un sol poble", se acabó que los separatistas se arroguen el derecho a representar a todos los catalanes, se acabaron las tibiezas y las concesiones, adiós al pactismo vergonzante de aquellos que parecen vivir lamentando no ser separatistas de pura cepa.

A partir de ahora hay una forma nueva de ser catalán más allá del estereotipo uniforme que la Generalidad lleva décadas subvencionando y los medios y las escuelas moldeando. Ya se puede ser de Cataluña y amar la libertad, hablar en español o catalán o en cualquier otra lengua, respetar a todo el mundo, pero sabiendo que hay ideas que no son respetables, servirse del humor sin necesidad de llegar al desprecio supremacista.

Más aún: como bien ha dicho Jaume Vives en la presentación oficial de este martes –por cierto, qué brillante ha estado Vives en todas sus intervenciones, Tabarnia no podría tener mejor portavoz–, la nueva región y quién sabe si futura comunidad autónoma es un espacio geográfico, pero es también un concepto que trasciende sus propias fronteras e incluso las de Cataluña.

El propio Vives decía que hay muchos tabarneses en Lérida y en Gerona. Yo añado: y en Madrid, Valencia, Andalucía y Murcia; en toda España, vamos. En general, allí donde haya alguien que ame la libertad se encontrarán tabarneses de corazón, hartos del totalitarismo separatista.

Porque desde este martes se puede ser catalán y tabarnés a un tiempo, que es lo mismo que ser catalán y español, como bien ha apuntado Boadella. Y para ello ni siquiera hace falta ser de Tabarnia: igual que los hombres libres de todo el mundo eran berlineses cuando la capital alemana se vio rodeada por el muro de la vergüenza y el telón de acero y aquel sentimiento quedó condensado en el mítico "Ich bin ein Berliner!" de John F. Kennedy, ahora los españoles que amamos la libertad podemos proclamar con orgullo y a voz en grito: Jo també sóc tabarnés!

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