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Cristina Losada

El racismo y la farola

Las actitudes de rechazo hacia los inmigrantes son execrables, pero es un error asimilarlas al racismo ideológico. Un error que conduce a otros y que refuerza en lugar de corregir las actitudes hostiles.

Se atribuye a Churchill la frase de que las estadísticas son como un borracho con una farola: sirven más de apoyo que de iluminación. Viene a cuento la cita por un estudio que proclama la aparición de una oleada de xenofobia en España. No se refieren los del Movimiento contra la Intolerancia, autores del informe Raxen, a un agravamiento de las tensiones que provoca el odio hacia lo español y el español instigado por el nacionalismo periférico. Es, desde luego, una forma de xenofobia curiosa ésa que enfrenta a unos españoles con otros, pero no deja de reunir los rasgos propios del fenómeno. Sin embargo, no va por ahí la cosa.

El informe consigna 350 incidentes xenófobos en 2008 y pone en cabeza a Valencia, Madrid y Cataluña. Por pura lógica, allí donde hay más inmigrantes habrá también más conflictos que los involucren, pero los autores del estudio prefieren otra explicación. Según dicen, Valencia lidera esa lista negra por haber quedado en ella un mayor "poso antidemocrático" durante la Transición. Aún más, acusan a las autoridades de esa autonomía, y a otras gobernadas por el PP, de alentar las conductas xenófobas. Tenemos un caso de borracho y farola. A todas luces.

Es probable que tengamos también un caso de reducción del múltiplo a la unidad, como escribía Revel a propósito de la función política del racismo. Ello ocurre cuando todo tipo de comportamientos criticables, pero de gravedad, nocividad y, sobre todo, orígenes distintos, se reducen a un solo concepto: racismo. Las actitudes de rechazo hacia los inmigrantes son execrables, pero es un error asimilarlas al racismo ideológico. Un error que conduce a otros y que refuerza en lugar de corregir las actitudes hostiles. En Francia, tan descarriada política llevó a nutrir al Frente Nacional y con los votos de antiguos electores de los partidos comunista y socialista.

Antes de nada, convendrá saber cuáles son los criterios que permiten etiquetar como xenófoba una opinión o una conducta. Hace poco, la prensa informó, mejor dicho, cayó de bruces ante un "incidente racista" en un tren que consistía en una discusión del revisor con dos cantaores gitanos, que habían sacado billetes de clase turista para sus hijos y luego los sentaron con ellos en preferente. Esperemos que no se alimenten las estadísticas con conflictos de esa índole. Y no se olvide que la mayoría de las fricciones entre autóctonos e inmigrantes guardan más relación con las condiciones de vida que con el racismo.

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