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Cristina Losada

Entre el silencio y la lágrima

El PSOE ha vuelto a su registro favorito, el del melodrama. Así, no es que los recortes sean malos, sino que el PP es malvado y por eso hace presupuestos crueles. Le gusta infligir sufrimiento.

A estas alturas, y son las de cuatro meses de nada, el Gobierno parece consciente de que tiene un problema de "comunicación". El ministro De Guindos lo exponía en el diario alemán Handelsblatt: "No hemos logrado explicar suficientemente en qué medida hemos introducido y aplicado reformas". En realidad, no han conseguido explicar en qué consisten en detalle, ni a qué y a quiénes afectan los ajustes. Muy en especial, los referidos a sanidad y educación. De tal manera descuidan la labor de clarificar los recortes en dichos servicios, que los malentendidos y las tergiversaciones ocupan tranquilamente el lugar de la información. Salvo casos de palmaria incapacidad explicativa, no es absurda la hipótesis de que el Gobierno confía en que dispone de tiempo hasta que las reformas den frutos. Y descansa en la creencia de que puede prescindir, entretanto, de la incómoda relación directa con la opinión pública. Lo clásico de aguantar el chaparrón y esperar a que escampe.

Las cosas, sin embargo, no van así; máxime cuando hay decisiones que ciertos ministros, algún portavoz y el propio presidente habían asegurado que no iban a tomarse. ¡Aún los hay empeñados en negar que un recorte es un recorte! Por su lado, los acontecimientos no dan tregua y la oposición, menos. Al respecto, hay que hacer notar que el PSOE ha vuelto a su registro favorito, el del melodrama, con el que tantos éxitos cosechaba ZP. Así, no es que los recortes sean malos, sino que el PP es malvado y por eso hace presupuestos "crueles". Quiere aprovechar la crisis para infligir sufrimiento a los más débiles, que es lo que le pone a la derecha siempre. Algún filósofo de plantilla y otras cabezas del progresismo pugnan estos días por contribuir a ese chaparrón sentimental, que opone la insensibilidad conservadora a la ternura socialdemócrata. Porque el socialista, cuando recorta el gasto, llora a mares.

Entre "El ritmo del silencio" y "Una lágrima cayó en la arena", la rumba de Peret, anda el debate político. Sin olvidar los capítulos de las Video Wars que emiten los canales PP y PSOE. Cuando los partidos quieren comunicar, no exponen ideas, qué cosa tan antigua; exhiben horripilantes imitaciones de la publicidad. Visionar sus vídeos es como volver a la tele en blanco y negro de los sesenta después de haber visto la tele en color. Pero no se hable más: los forofos de Ariel están muy contentos de los golpes que asestan a los de Dixan y éstos, a su vez, de sus réplicas. Comunicando.

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