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EDITORIAL

Espadas en alto

Mientras estén enzarzados en sus discusiones dejarán vía libre para que el Gobierno haga lo que tiene que hacer, que es algo muy distinto de la demagogia que suele practicar el PSOE.

Ni siquiera en esta semana en que nada podía evitar que los principales titulares estuvieran centrados en Rajoy, el PP y su nuevo gobierno, las aguas del PSOE han andado tranquilas. Ha sido una semana de manifiestos, elaborados todos ellos con el ánimo de colocar a alguien en la carrera por dirigir el partido tras el congreso de febrero, o de impedirlo.

Los dos textos se centran en la herencia del zapaterismo, bien marcando unas falsas distancias con los desastrosos años de Gobierno del PSOE, bien reconociendo haber participado del pésimo historial del peor presidente de la historia de España, pero asegurando que, en el fondo, lo de los cinco millones de parados no es para tanto. Y ambos demuestran en qué consiste el PSOE: una máquina de poder y propaganda, sin ideas para mejorar nuestro país; los candidatos a dirigirlo a lo único a lo que se dedican es a echarse en cara si quieren más o menos a Zapatero y si se esconden más o menos de sus responsabilidades ante la ruina económica y moral en que nos han dejado. Aunque quizá sea lo mejor, visto el erial al que llamamos pensamiento de izquierdas español.

Porque lo cierto es que, digan lo que digan, todos ellos, los hunos y las otras, formaron parte del Gobierno de Zapatero, militaron en el partido que lo apoyó como un solo hombre casi hasta el final y nos llevaron con él al precipicio. Esperamos que España pueda evitar un cataclismo mayor gracias al Gobierno que este viernes ha celebrado su primer consejo de ministros. Pero que a partir de ahora tengamos que centrarnos sobre todo a la tarea que nuestro país tiene por delante no significa que vayamos a olvidar todo lo que ha pasado desde 2004 en adelante.

En cualquier caso, bienvenidos sean estos disensos. No dan muy buena imagen del PSOE, por cuanto no se están confrontando ideas sino personas que no tienen ni un grado de separación con José Luis Rodríguez Zapatero. Pero mientras estén enzarzados en sus discusiones dejarán vía libre para que el Gobierno haga lo que tiene que hacer, que es algo muy distinto de la demagogia que suele practicar el PSOE. Esperemos que el recién constituido Gobierno de Rajoy aproveche para cambiar España de arriba abajo. No hay duda de que lo necesitamos.

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