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Rajoy, abogado defensor de la infanta

La claridad y la contundencia con que Rajoy ha defendido a la infanta se echan especialmente en falta en otras cuestiones en las que sí es necesario que deje claro a los ciudadanos no solamente lo que piensa, sino lo que piensa hacer.

Si cualquier aparición televisiva de un presidente genera la lógica atención a través de los medios y las redes sociales, ésta todavía es mayor en el caso de un político con tan escaso aprecio por las comparecencias públicas y las preguntas de la prensa como Mariano Rajoy.

Pero lo cierto es que habitualmente el jefe del Ejecutivo deja una sensación más bien agridulce tras su paso por los platós televisivos, y esta vez no ha sido una excepción, ya que, fiel a su estilo, no se ha comprometido a nada, no ha explicado mucho y sólo se ha mostrado tajante en una cuestión: su convicción personal sobre la inocencia de la infanta Cristina y, aún peor, de que "todo le irá bien".

Son frases que, puestas en boca del hombre con más poder del país, aquel que decide quién se sienta en el Consejo General del Poder Judicial y en los más altos tribunales, es muy difícil no interpretar como una presión sobre la Justicia. Y sería así incluso aunque fuese cierto que Rajoy mantiene una fe tan ilimitada como irracional en la inocencia de la infanta.

Esta cerrada defensa ha llegado, además, justo después de que afirmara: "Todos somos iguales ante la Ley". Lo cierto es que se hace difícil creerlo; por lo pronto, la inmensa mayoría de los imputados no disfruta de la confianza ciega y el apoyo del presidente del Gobierno.

Todo esto resulta aún más grave en el contexto de una entrevista en la que el presidente no ha sido tajante en ninguna otra cuestión; en la que, preguntado por otros temas candentes, se ha limitado a escurrir el bulto con un "no hay que adelantar acontecimientos".

La claridad y la contundencia con que Rajoy ha defendido a la infanta se echan especialmente en falta en otras cuestiones en las que sí es necesario que deje claro a los ciudadanos no solamente lo que piensa, sino lo que piensa hacer.

Por ejemplo, muchos españoles esperan saber qué va a hacer su presidente en relación con el desafío independentista que se ha lanzado en Cataluña, pero respecto a eso Rajoy se limita a mostrar una seguridad -"mientras yo sea presidente, no habrá independencia de ningún territorio España"- que, como en el caso de la inocencia de la infanta Cristina, no tiene nada sólido en lo que basarse.

En resumen, una vez más, Rajoy ha renunciado a ejercer el liderazgo político que necesita el país y que se le supone a un presidente respaldado por más de 180 diputados. Lo que no ha olvidado, sin embargo, es lanzar su mensaje al mundo judicial; aunque eso no lo necesitan los españoles, sino sólo algunos privilegiados.

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