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EDITORIAL

Un desinterés sobre el 11-M que arranca del 14-M

¿Cómo defender la honorabilidad de aquel fugaz y cainita deseo de saber quién ha sido, si ahora lo satisface un sumario que reconoce no saber el nombre y el número exacto de personas que trasladaron y colocaron las bombas?

Vaya por delante, una vez más, que si los únicos autores y responsables de la masacre del 11-M fueron terroristas islámicos contrarios al apoyo del Gobierno del PP a la intervención aliada en Irak, ello no haría menos infame el indigno, antidemocrático y público alineamiento del partido de Zapatero con ellos para lograr, del 11 al 14-M, que los objetivos electorales que los terroristas habían buscado con ese derramamiento de sangre se hicieran realidad. Que el partido de Zapatero quisiera ganar las elecciones es algo legítimo; que lo buscara utilizando contra el PP el derramamiento de sangre perpetrado por unos terroristas es algo que no olvidaremos ni disculparemos nunca del gobierno del 14-M.

Al margen de esta cuestión, los hechos, además, son tozudos. Y es un hecho que esa versión oficial del 11-M, en la que la indignidad del Gobierno del 14-M busca excusa y acomodo, ha sido, además, completamente cuestionada por las informaciones y descubrimientos que se han venido practicando desde entonces. Que al día de hoy no haya respuesta que satisfaga el legítimo y lógico deseo de saber "quién ha sido" no es algo que digamos los medios de comunicación contra los que ácidamente se ha dirigido Rubalcaba, sino que es un hecho que se reconoce hasta en el, por lo demás, impresentable auto judicial al que se aferra el Gobierno para dar carpetazo al asunto.

Como bien ha destacado Zaplana en su intervención parlamentaria, el auto de conclusión reconoce que "la investigación no ha conseguido dar respuesta a cuestiones tales como el número exacto de personas que intervinieron en el traslado y colocación" de las bombas, ni "los medios de trasporte utilizados". ¿Cómo entonces defender la honorabilidad de aquel cainita y subversivo "queremos saber quién ha sido" de Pérez Rubalcaba a las pocas horas de la masacre, si ahora lo vemos satisfecho con un sumario que, entre otras cosas, reconoce abiertamente no saber el nombre y el número exacto de personas que trasladaron y colocaron las bombas?

Y eso por no hablar de la autoría intelectual y de las dudas, contradicciones, falsedades y manipulaciones sobre las que descansa todo el sumario, y que el Gobierno del 14-M, tal y como ha demostrado Zaplana en su breve y brillante intervención, se niega a afrontar.

En cualquier caso, lo que sí ha quedado de nuevo en evidencia es que aquel fugaz y falaz deseo de conocer la verdad del 11-M por parte del partido socialista no iba orientado por la voluntad, compartida con el PP, de que todos los autores y cómplices de la matanza pagaran por sus crímenes, sino por el deseo, compartido con los terroristas, de que el PP no volviera a ganar las elecciones.

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