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Enrique Navarro

Empieza el baile

Rajoy puede pasar a la historia como el salvador de la Patria o como el que terminó con ella, sin haberse esforzado mucho en un sentido o en otro.

Rajoy puede pasar a la historia como el salvador de la Patria o como el que terminó con ella, sin haberse esforzado mucho en un sentido o en otro.
Carles Puigdemont y Mariano Rajoy | Moncloa

Con la aprobación por el gobierno del artículo 155 con el fin de preservar el régimen autonómico catalán dentro de la Constitución y del Estatuto, comienza la hora de la verdad. La efectividad de la aplicación de estas medidas va a depender básicamente de la capacidad que tengan unos y otros de resistencia antes los acontecimientos que se van a producir.

El gobierno se va a encontrar con miles de problemas en la intervención directa en Cataluña; se van a producir huelgas y paros permanentes, actos de violencia callejera y multitud de declaraciones victimistas, como las que ya estamos viendo. El 'Govern' alegará la represión brutal; querrán convencernos de que el 155 es un ataque a Cataluña y una reacción antidemocrática. Y esto ya comienza a producirse de una forma intensa. Hasta límites insospechados.

El gobierno deberá emplearse a fondo desde el punto de vista práctico para que esta aventura no sea un fracaso que haga inevitable el camino de la independencia de Cataluña. No van a valer contemplaciones ni desidias porque el bombardeo al que se va a ver sometido el Gobierno y España será brutal. No tardarán las críticas, muchas de las cuales vendrán de los socios en esta acción, básicamente PSOE y Ciudadanos, que verán como poco a poco se deterioran sus expectativas electorales mientras que las de gobierno salen fortalecidas.

Si bien el Gobierno cuenta con un sólido respaldo internacional, lamentablemente no debe interpretarlo como un cheque en blanco; porque cuando comience el baile manipulado y aderezado por los medios de difusión de ambos lados, veremos que muchos de esos apoyos se van diluyendo.

El éxito del gobierno con el 155 dependerá del control que exista de la calle. Si se percibe que los separatistas dominan las calles y son capaces de amedrentar a los que se oponen al proceso independentista, el Gobierno fracasará. De ahí que el gobierno no pueda escatimar medios para garantizar la seguridad en los espacios públicos, en las escuelas y en las universidades, sin que se perciba de forma evidente, para evitar una sobre reacción. Habrá manifestaciones multitudinarias, pero la seguridad y la tranquilidad dependerá de que las fuerzas armadas y de seguridad asuman un papel crítico en mantener el sosiego y a su vez la legalidad.

El gobierno necesitará al menos seis meses con el fin de que en las próximas elecciones no puedan concurrir aquellos que sean inhabilitados por los tribunales. Es muy posible que entre los partidos nacionalistas se produzca un boicot a esas elecciones, no pasaría nada; el parlamento sería tan legítimo como es éste. A nadie se le excluye de participar en los procesos electorales siempre que sus fines sean legales y no delictivos.

El control de los Mossos tampoco será un camino de rosas. Será inevitable la depuración de aquellos miembros que antepongan sus intereses políticos a los profesionales. Las policías están para garantizar el cumplimiento de la Ley; si tienen otro objetivo distinto de aquél para el que se le ha otorgado el poder de la violencia pierde su legitimidad.

Pero si fácil no lo tiene el gobierno, mucho más difícil lo tiene el proceso separatista. Su capacidad de resistencia se va a poner a prueba tanto por la coyuntura económica, como por las dudas e incertidumbres políticas y sobre todo porque el camino que inicia el Gobierno de España conduce a un camino de independencia, si la hubiera, muy diferente del que ha sido vendido a los catalanes: una independencia acordada con España y sin abandonar la Unión Europea frente a la Cataluña aislada y empobrecida. La aplicación del artículo 155 invalida la posible negociación política y guía a Cataluña a un conflicto civil si persiste en imponer de forma antidemocrática la secesión.

El impacto económico en los próximos seis meses será brutal; la caída de la demanda siempre asociada a momentos de incertidumbre, conllevará la pérdida de miles de puestos de trabajo. La caída de la demanda de productos catalanes en el resto de España ya está originando importantes problemas económicos y los stocks están creciendo de forma dramática. La masiva salida de empresas no es un caso menor. No sólo se trasladarán los domicilios fiscales, sino sobre todo los términos de decisión. La Cataluña que sobreviva al 155 será tan relevante como Valencia, Murcia o Cantabria, y muy distante del País Vasco. Cuando para tratar de las finanzas o las cuentas de la Generalidad el consejero de finanzas tenga que venir a CaixaBanc a Madrid, se habrá terminado el florecimiento económico catalán que acumula muchas décadas de éxitos.

Sin duda se va a producir una radicalización del independentismo por lo que el gobierno español debe esperar graves conflictos en la calle, pero este deslizamiento al enfrentamiento será el cimiento de su desaparición. En la medida en la cual el separatismo se radicalice será cada vez más minoritario dentro de las amplias clases medias que deberían liderar este proceso de separatismo.

El proceso judicial en los próximos meses de intervención, se va a acelerar. No pasarán muchas semanas que veamos a los próximos inhabilitados miembros del gobierno, altos funcionarios y otros cómplices del proceso entrar en prisión. Es inevitable y no lo será por un escaso periodo de tiempo. La justicia no puede dejarse llevar por la presión política que soportará; como lo ha hecho en estos años actuando contra importantes dirigentes políticos nacionales, habrá de aplicar la ley con rigor y las fuerzas de seguridad y el gobierno deberán garantizar su independencia y su seguridad.

La guerra de la propaganda es el mayor reto que Mariano Rajoy deberá afrontar. Los medios secesionistas no van a dudar en la calumnia y en la inventiva para aderezar su victimismo y llevarlo al extremo. Debemos prepararnos a semanas de debates y tertulias que acabarán por aburrirnos a todos. El éxito de Rajoy será la capacidad que tenga de aburrirnos a todos, y en esto estamos hablando del más experto en esta tarea.

La aplicación del artículo 155 y todos los actos y circunstancias que se van a producir y que van a ser muy dolorosos, van a producir efectos que cambiarán el panorama electoral y social de España. Desde el punto de vista político, la fractura en el PSOE va a ser inevitable; la supuesta unidad de ahora durará lo que tarde en aparecer alguien con una nueva y brillante idea que pretenda liquidar la aplicación de las medidas en apenas unas semanas. Ciudadanos, que está aportando por el oportunismo y la radicalidad, sin duda será otro gran perjudicado, porque la solución al problema de la convivencia no podrá pasar por cobrar viejas facturas y por una reversión del marco autonómico actual. Podemos también sufrirá una gran fractura; por una parte, su marea catalana se convertirá seguramente en el gran beneficiado en Cataluña del cambio que se va a producir; cuenten con que Ada Colau podría ser la próxima presidenta de la Generalidad, pero en el resto de España marcará el final de su predominio en la izquierda. Pedro Sánchez, que cada vez está adoptando la misma estrategia política que Rajoy, aspira a salir indemne de este proceso; pero no tiene garantizado el éxito.

El Partido Popular será el gran beneficiado si realmente es capaz de devolver la normalidad que pretenden estas medidas. Mariano Rajoy puede pasar a la historia como el salvador de la Patria o el que definitivamente terminó con ella, sin haber tenido que hacer un gran esfuerzo en un sentido o en otro.

Ahora empieza el baile de verdad. España se juega su futuro y su bienestar en unos meses de graves conflictos y enfrentamientos, y sobre todo de divisiones que surgirán de forma inevitable. Vamos a vivir meses muy difíciles; de cómo seamos capaces de superar esta etapa, dependerá la unidad, el futuro y la democracia en España y en también de Europa. El éxito del secesionismo sería el mayor fracaso de Europa en muchas décadas y nos devolvería a los tiempos más oscuros. Para los que frivolizan con todo lo que acontece y lo visualizan como algo festivo o menor, no tienen más que ver las imágenes de Sarajevo, Dresde, Dachau o Coventry para saber lo que está en juego: la desesperanza y la tragedia para nuestros hijos y para nuestro futuro. Sólo por esta razón la democracia y el gobierno de Rajoy deben salir triunfantes de este proceso, con el fin de devolver la ley la legitimidad a Europa y cerrar la vía del abismo en España y en Europa. No hay otra alternativa, los españoles, todos, debemos salir triunfantes de este conflicto al precio que sea.

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