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Guillermo Domínguez

Nos la jugamos contra el equipo de Trillo... ¡manda huevos!

El partido contra los hondureños se antoja cuanto menos asequible para la mal llamada "Roja". ¡Vamos, que habrá que meterle tres al equipo de Trillo! Desde luego, "mandaría huevos" –con perdón– si el lunes nos enviasen a casa.

Confieso que tenía en mente escribir sobre las insoportables vuvuzelas –"Hasta los mismísimos de las vuvuzelas", era el contundente titular que iba a perpetrar–, de los actores chinos contratados por las autoridades norcoreanas para la ocasión –en concreto, el partido contra Brasil que tanto emocionó al plañidero Jong Tae Se–, las señoritas holandesas vetadas por la FIFA en Johannesburgo y de los insultos de Anelka a Doménech, pero la rabiosa actualidad de la selección española me obliga a aparcar esos asuntos. Y confieso también que debería haberme puesto antes manos a la obra, a analizar el decepcionante –sí, "decepción", aunque algunos se empeñen en llamarle "accidente"– debut contra Suiza, pero tanto fútbol me tiene abducido. Harta de que la ignore, mi amadísima cónyuge ya tiene en mente ponerme la maleta en la puerta. ¡Una santa!

Después de lo acontecido el otro día en Durban, Del Bosque debe hacer cambios en el once de cara al partido del lunes contra Honduras. España, el equipo que mejor fútbol practica en el mundo –aunque contra los suizos estuvo muy lejos de su mejor nivel–, no puede tener a dos mediocentros defensivos –stoppers, como le dicen los modernos– como Xabi Alonso y Busquets. Con uno basta. Yo me quedo con el primero. La selección con el mejor centro del campo del planeta debe explotar precisamente esa zona, dando el técnico entrada a los jugones para poner balones en condiciones a los hombres de arriba. Y Busquets, pese a ser un grandísimo jugador, no es un futbolista que se caracterice, precisamente, por dar el último pase y ponerle la pelota al hueco a los delanteros. Eso sí lo hace a las mil maravillas Cesc Fábregas, que estuvo chupando banquillo y no jugó ni un solo minuto en el debut.

Caso aparte es el de David Villa. Pocas semanas después de firmar con el Barcelona por cuatro temporadas más una quinta opcional, el asturiano llegaba al Mundial como quería, sabiendo dónde jugará la próxima campaña. Todo parecía estar en orden. El ex valencianista ya no tenía excusas. Pero la cabeza no le funcionó y su juego dejó mucho que desear en el moderno estadio Moses Mabhida. "Jugaba como si llevara un cubo en la cabeza", me comentaba el gran Lorenzo Ramírez, que se preguntaba por qué Vicente del Bosque no daba entrada en el once a su admirado Fernando Torres. No muchas veces coincido plenamente en cuestiones futbolísticas con nuestro avezado redactor de Economía, pero esta vez sí. Efectivamente, querido Lorenzo, yo también me pregunto porqué Del Bosque tardó tanto tiempo –60 minutos del ala– en darle la alternativa al delantero del Liverpool, cuyo rostro imberbebe tantas pasiones levanta entre las adolescentes, y no tan jovencitas.

En lo que no hay que reprocharle absolutamente nada al seleccionador es en el modo en que ha sabido manejar las críticas, en cómo ha esquivado el croché que le ha lanzado directo al rostro Luis Aragonés, que ejerce como comentarista del Mundial en Al Yazira, tras la derrota contra los helvéticos. Nada de "dos Españas", nada de entrar al trapo. Siempre comedido, Del Bosque ha capeado bien el temporal. Sólo piensa el salmantino en trabajar y, ¡qué remedio!, en poner paños calientes a sus chicos, que los necesitan.

En fin... Digo yo que habrá que buscarle un lado positivo a toda historia y pensar que, pese a que perder en el estreno mundialista es un palo tremendo, hay margen de reacción. Y mucho. España tiene calidad de sobra para ganar los dos partidos que le restan y meterse en octavos de final, incluso como primera de grupo. Aunque ya no estamos instalados en esa nube a la que nos había alzado la selección y tenemos los pies un poquito más cerca del suelo, el partido contra los hondureños se antoja cuanto menos asequible para la mal llamada Roja. ¡Vamos, que habrá que meterle tres al equipo de Trillo! Desde luego, "mandaría huevos" –con perdón– si el lunes nos enviasen a casa.
 

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