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Ignacio Villa

Castillos en el aire

Después de haber visto el entusiasmo con el que han reaccionado los socialistas ante la intervención de José Luis Rodríguez Zapatero, es evidente que en el PSOE se vivía una situación de absoluto derribo. Al reaccionar con esta aparatosidad han puesto en evidencia que se encontraban por los suelos, sin ninguna confianza en su secretario general. A los socialistas les ha faltado tiempo para gritar a los cuatro vientos un éxito que realmente esconde el convencimiento de que ya daban como seguro el próximo derrumbe del actual secretario general del PSOE. Nadie pone en duda que la intervención de Rodríguez Zapatero en el debate sobre el estado de la nación ha ofrecido una corrección formal de la que nunca antes habíamos tenido noticias en sus apariciones. Pero junto a eso, el discurso socialista que pudimos escuchar ofreció un pobre fondo. Poco programa, pocas iniciativas y ninguna frescura. Más de lo mismo, con un cierto olor a rancio. Con un cierto tufillo al estilo “felipista”.

El socialismo español en pleno se ha lanzado como un “solo hombre” a reivindicar la aparición de un líder, la consolidación de una figura política y el éxito de un programa. Mucho entusiasmo que sugiere una pregunta: ¿Y es que antes no había líder? Dicho de otra manera: ¿Qué han hecho los socialistas desde el último Congreso del partido? Lo que parece claro es que todos los indicativos nos llevan a afirmar que José Luis Rodríguez Zapatero se encontraba al borde del precipicio antes de este debate. El actual líder del PSOE estaba entre la espada y la pared por sus tumbos e inexactitudes en el trabajo político. Con la intervención del pasado lunes a Zapatero le ha llegado una bocanada de aire fresco. Pero, ¡ojo¡, que es solamente una bocanada, no es nada más. Zapatero ha sobrevivido al debate, pero no ha demostrado nada más. La hora de la verdad viene ahora.

En este mismo sentido no se puede dejar de lado una afirmación que se ha escuchado sin parar desde muchos y dispares lugares: “Zapatero ha estado bien en la forma y flojo en el fondo”. Esta afirmación nos deja un claro aviso: con los formalismos se puede salir bien parado de un debate parlamentario, pero no de unas elecciones, y mucho menos de una gestión de Gobierno. Zapatero se lleva un buen sabor de boca, pero solamente ha demostrado una buena capacidad de efectismo. Y en la política, el efectismo no produce resultados. Al final, una actitud de estas características sólo produce fuegos de artificio. Y eso no es suficiente. En el PSOE se han entusiasmado con lo poco que tienen y por el momento es demasiado poco. Por el momento están fabricando “castillos en el aire”.


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