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Ignacio Villa

El enfado de Aznar

Aznar no está contento. El presidente del Gobierno no está satisfecho de cómo está saliendo la Presidencia de la Unión Europea. El enfado de Aznar está provocado por el trabajo político y por los resultados de las cumbres y consejos en los medios de comunicación. El presidente está muy enfadado con los suyos por varias razones:

Primero. Por el escaso eco mediático que está teniendo su actividad ejerciendo la Presidencia de turno de la Unión Europea. Las “pifias” del bulo marroquí y la sustitución repentina de Solana en los “Desayunos de TVE” han contrariado al presidente. Alguno de los que trabajan cerca de Aznar ha llegado a comentar:”Nunca le había visto tan enfadado como esos días”. Además, el presidente se ha quejado a su Ministro encargado de la política informativa de la poca repercusión de sus desplazamientos a Monterrey y a Beirut. De momento, le ha pedido a los suyos que se pongan las pilas en este terreno y que se solucionen los errores de inmediato para que no vuelvan a ocurrir en lo que queda de semestre comunitario.

Segundo. El presidente piensa que no se está enfocando correctamente la gestión de la Presidencia. La Cumbre de Barcelona salió adelante gracias a su trabajo personal. Además, el “resbalón” de la visita fallida a Oriente Medio se ha de situar en el “debe” de sus colaboradores, incluido Piqué, por haberle dejado antes de tiempo a los pies de los caballos. En este sentido, el presidente Aznar ha tomado medidas para mantenerse al margen y sólo salir a la palestra para hablar de estas cuestiones en los momentos exclusivamente necesarios. Desgastes, los justos. No hay que correr riesgos.

Tercero. José María Aznar ha comenzado a percibir un cierto nerviosismo en su entorno más cercano. Todos son conscientes de que después de la Presidencia de la Unión Europea llegará el “movimiento” con una posible crisis de Gobierno, la nominación de los candidatos para las elecciones autonómicas y municipales y la recta final de la sucesión. Aznar no quiere que sus colaboradores le repitan de forma permanente que “todo va bien”. Ha dicho que no quiere escenarios de color de rosa. Quiere más contacto con la realidad y con la crítica. Y empieza a aflorar la sensación de que, desde su entorno, sólo dejan la puerta abierta del presidente a aquellos que son inofensivos. Hay una cierta sensación de aislamiento de Aznar. Y el presidente lo sabe. Así lo ha comentado en alguna ocasión aislada: “Hay demasiado pelotas”, dijo.

En definitiva, el presidente del Gobierno quiere más eficacia y más diligencia. Quiere más trabajo. Y en todo caso, lo que no quiere es que esta sensación de desidia que se está viviendo durante la Presidencia pueda prolongarse en la recta final de la legislatura.

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