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Isabel Durán

Ahora, Rajoy

No cuela el sucio ventilador puesto en marcha por La Moncloa y Ferraz por potentes que sean sus aspas.

José Ignacio de Juana Chaos (Iñaki para Zapatero, Rubalcaba y sus medios) disfruta de las atenciones dispensadas "con todo cariño" por un equipo médico al mando de José Artetxe, manifestante habitual a favor de la excarcelación de etarras. Dispone de dos habitaciones con vistas a la capital donostiarra bloqueadas para él y sus visitantes de la "izquierda abertzale", un amplio cuarto de baño y, según la versión gubernamental, un estupendo sofá y una televisión. Una semana de victoria terrorista ha bastado para que el líder del Partido Popular catalizara la tristeza y la desolación de todas las personas que sienten como propio el dolor y el desgarro de las víctimas. Y con ellas, la esperanza en el futuro.

Mariano Rajoy Brey ha dado en el clavo. Una marea humana ha inundado el centro de Madrid el 10 de marzo, en una jornada serena, emocionada, con la sensibilidad a flor de piel de más de dos millones de españoles conscientes de que debían ofrecer una respuesta cívica ante un desafío histórico. Con la victoria del criminal en serie, José Luis Rodríguez Zapatero ha cavado su tumba política. Y además no puede, no debe ser de otra manera.

Vanos resultan los múltiples y feroces ataques al Partido Popular. Ni siquiera el diario polanquista pudo tragar con los burdos y mezquinos argumentos esgrimidos por el presidente ante el Senado para distorsionar la realidad de la primera cesión ante la banda terrorista ETA. No cuela el sucio ventilador puesto en marcha por La Moncloa y Ferraz por potentes que sean sus aspas.

El gallego ha sabido capitanear y situarse al frente de un sentimiento gigantesco que excede el color político de las papeletas ante las urnas. Una auténtica oleada histórica de resistencia y dignidad española. Un sentimiento que crece cada día por encima de partidos y que engrandece a los españoles, personas de todas las edades, ideologías y sexos, unidas ante la colosal cesión infringida por un débil y traidor Gobierno para garantizarse su continuidad en el poder. Porque ésta es sólo la primera claudicación ante el chantaje terrorista; las demás ya están en marcha.

Quedan poco más de dos meses para que las urnas hablen en cada municipio y en casi todas las comunidades autónomas. El ensayo general de unas legislativas en las que Zapatero cuenta con el apoyo de ETA, con la que jugará su baza electoral. Pero la elección de su socio, de su compañero de viaje, le ha erigido ya su cenotafio impreso en letras manchadas con sangre en la historia de la nación española. Es la hora de Rajoy, de la sensatez, de la honradez política, del interés general, en definitiva, la hora de las víctimas, de la dignidad y de la justicia; la hora de España.

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