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Juan Morote

Adiós, adiós Perico

Solbes se marcha como en un déjà vu, como ya lo hizo en 1996, dejando las peores cifras de desempleo que nunca hemos tenido. No creo que nadie le echemos de menos.

Se ha marchado Solbes. Lo que no sabemos es si volverá, esto último suena más a amenaza rastrera que a nostalgia de su presencia. Esperemos que por fin se haya ido el mayor cooperador del desempleo que jamás campó por los páramos de España. Me parece bastante ridículo el ejercicio de hipocresía al que estamos asistiendo. Parece como si se hubiera marchado un gran hombre de Estado. No señor mío, quien se ha marchado es el peor ministro de Economía que ha acampado en la calle Alcalá.

Como dice algún clérigo que conozco, que tanta paz lleve como descanso deja. Aunque hablando de descanso me ha llamado poderosamente la atención lo caritativo que ha estado José Luis Rodríguez Zapatero con su exministro. Zapatero ha señalado que Solbes necesita descansar, en presencia de un presidente vestido de indígena, mas de diseño, camisa Mao y pelucón de oro bien bruñido, procedente de la Suiza refinadamente capitalista. Ignoro si para alcanzar tan alambicada solución, acerca del cansancio de Solbes, nuestro presidente ha consultado el parecer de Pachamama a través del oráculo sacerdotal de Evo Morales.

Es verdad que Solbes se va, pero no se va por estar cansado, ni por no estar de acuerdo con la política económica del Gobierno, ésta siempre ha salido de La Moncloa sólo que ahora la firma la rubrica otra que no es él. Perico abandona consciente del ridículo que ha hecho, sabedor de ser responsable de que más de tres millones de españoles estén hoy sin trabajo. Aunque por encima de todo, lo que más debe haberle pesado es haber mentido durante meses a millones de españoles. Fue principalmente Solbes, con su imagen de cabestro cabecero, el autor de un gran engaño. Su falta de laboriosidad le impidió siquiera percatarse de que los hechos probarían su doblez. Efectivamente, gracias a este gran economista, quien nunca estudió económicas, nos hallamos ejecutando un presupuesto basado en una situación inexistente.

Lo único lamentable de la marcha de Solbes es que no se haya producido antes. Algunos compañeros han aprovechado su "espantá" para que se atisben ciertas diferencias de criterio acerca de cómo debe afrontarse la crisis de aquí en adelante. Si bien, como en cualquier falange, han sido rápidamente reconvenidos al grito de: "prietas las filas"; desconozco si lo siguiente será pedirles "la mirada clara y lejos, y la frente levantada". Solbes se marcha como en un déjà vu, como ya lo hizo en 1996, dejando las peores cifras de desempleo que nunca hemos tenido. No creo que nadie le echemos de menos.

Aunque bien pensado, sí echo en falta algo. Me hubiera gustado que el exministro hubiera explicado, al menos en una rueda de prensa, por qué abandona el escaño del partido que le ha permitido ser quien es. Quizá en ella, algún periodista digno de tal nombre, le hubiera dado la oportunidad de pedirle perdón a Manuel Pizarro por haber mentido tanto y con tanta frialdad aquel veintiuno de febrero de dos mil ocho. Así que, como el burro de la canción infantil salmantina, le digo: Adiós, adiós Perico.

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