Una de las fortalezas que el Partido Popular esgrime con bastante frecuencia es su desmesurado número de militantes. Los números salen a relucir en multitud de comparecencias, donde es habitual escuchar a sus dirigentes presumir de que el PP cuenta con la friolera de 865.000 militantes. Según estos datos, tenemos ante nuestros ojos al partido político con más militantes de España y al segundo de toda Europa, sólo por detrás de la CDU de la alemana Angela Merkel.
La magnitud de semejante apoyo ciudadano al proyecto de Mariano Rajoy es aún más llamativa si lo ponemos en contraste con el número de afiliados del resto de partidos. En el PSOE tienen 215.000, en Podemos dicen superar los 100.000 inscritos y Ciudadanos cuenta con poco más de 30.000. Los populares, en cambio, aseguran acercarse al millón de afiliados, y bien a gala que lo llevan.
Estos números superlativos llaman todavía más la atención si se tiene en cuenta que el pasado fin de semana, en el Congreso del PP de Madrid, uno de los principales caladeros de votos de la formación de Rajoy en toda España, sólo votaron 11.000 afiliados inscritos. ¿Dónde están todos los demás?
Es probable que ni en el PP sepan dar respuesta a esta pregunta, pero tampoco es que parezcan decididos a cribar el ingente número de afiliados registrados en un programa denominado Lanza, cuyo acceso está extremadamente restringido.
Hay aún más datos para el asombro. La afiliación al PP no sólo no sufre merma alguna, sino que, además, es creciente, porque hace tres años hablaban de 700.000 y en sólo tres años se ha incrementado, según sus propios datos, en 165.000. Es decir, un crecimiento de nada menos que el 25%, a pesar de los coletazos de la crisis económica, de las subidas de impuestos, de los numerosos casos de corrupción que les afectan, de la baja puntuación de los miembros del Gobierno en el CIS y, lo que es más importante, a pesar de que el PP ha perdido millones de votos desde 2011 y España es un país donde el asociacionismo brilla por su ausencia y está en regresión. Algo, por otro lado, que sucede en la mayoría de los países europeos.
Es muy posible que dentro de esos más de 800.000 militantes estén efectivamente personas reales que paguen religiosamente sus cuotas, como también es altamente probable que haya también afiliados que ya no estén al corriente del pago y otros que dejaron de serlo pero que no han sido eliminados del registro, así como afiliados que fallecieron pero que tampoco han sido dados de baja.
Pero ¿es posible hacer una aproximación a las cifras reales? Efectivamente, se puede si accedemos a la cuenta de resultados del PP correspondiente al año 2015. Aquí podemos ver que los ingresos obtenidos en ese ejercicio por las cuotas de afiliados asciende a 3.213.926,50 euros. Si tenemos en cuenta que la cuota de afiliación al PP es de 20 eurosanuales y hacemos la operación correspondiente, la realidad es que hay 160.696 afiliados. Una cifra que está lejos, muy lejos diría yo, de los 865.000 proclamados por los dirigentes del PP. El resto, si es que existen, serán en todo caso simpatizantes.
Ciertamente, las fichas de afiliación política de cualquier partido contienen datos de carácter personal que están altamente protegidos. Sin embargo, no deja de resultar llamativo el silencio a la hora de poner en orden este gran volumen de información. Es probable que si no se hace sea por el poder autonómico que otorga tener un alto número de compromisarios.
Pero es más probable aún que nadie en el PP quiera que se caiga el castillo de naipes y salir, después de pregonar durante años que tienes casi un millón de afiliados, dando la cara y asumiendo ante la opinión pública que en realidad son menos de la cuarta parte de esa cifra fabulosa. Es, sin duda, una realidad difícil de asumir y aún más difícil de explicar.