Menú

De Safari

Cada vez que un sondeo anticipa el descalabro, salen con esas historias tan fieramente humanas como la que esta semana nos ha trasladado Pilar Llop.

Cada vez que un sondeo anticipa el descalabro, salen con esas historias tan fieramente humanas como la que esta semana nos ha trasladado Pilar Llop.
La ministra de Justicia, Pilar Llop. | EFE

Llega siempre un momento en el que al gobernador de turno las encuestas empiezan a serle desfavorables y rumiarlas es como masticar un puñado de clavos. De modo que, como los druidas que los asesoran tienen que seguir ganándose la vida, a todos ellos se les ocurre la misma idea: "Hay que hacer política de proximidad". La idea pasa por sacar al político de su hábitat natural, es decir, del despacho y llevarlo de safari por las calles españolas para asaltar a los indígenas que se encuentren. En realidad, esto debería formar parte de su trabajo diario –ser cercanos a los ciudadanos— pero para la mayoría de dirigentes de nuestro tiempo resulta una experiencia tan exótica como visitar a una tribu perdida en Tanzania.

El objetivo no es otro que la descreída opinión pública deje de percibir al dirigente como un ser sin sentimientos, cuyo único interés es abrevar en el presupuesto, y empiece a verlo como una persona empática que comparte los desvelos ciudadanos e incluso sufre con ellos. Una vez concluido el encuentro, el safari se utiliza en mítines o comparecencias ofreciendo una versión novelada e interesada en la que el protagonista se presenta a sí mismo como un Livingstone moderno de todo a cien. Esta estrategia sin fisuras para los gurús demoscópicos viene con un problema adosado; que al relatar sus experiencias visitando lugares tan exóticos como la calle lo que se colige es que nuestros políticos la pisan con la misma frecuencia que el cometa Halley se da un garbeo por la Tierra.

En los encuentros con la ciudadanía siempre suelen darse un cúmulo de casualidades. En primer lugar, siempre suelen estar puntualmente informadas; además, nunca se les critica; y, por último, coinciden con el argumentario del partido, casi se diría que conocen al dedillo su programa electoral.

De manera que cada vez que un sondeo anticipa el descalabro, cuentan que salen de sus despachos como lo hacen los Grizzlies en primavera con esas historias tan rotundas, tan arrebatadoras y entrañables, tan fieramente humanas y, por supuesto, tan fantasmagóricas como la que esta semana nos ha trasladado Pilar Llop. La ministra de Justicia, mujer de tímpano agudo, ha desvelado que ella viaja "a veces" en el Metro y el autobús y que escucha profundas conversaciones de los ciudadanos (la gente) debatiendo preocupadísima sobre el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial. Debía viajar Llop en ese autobús que lleva al trabajo a los jueces del Supremo y del CGPJ y que sólo transita por los recovecos de su imaginación.

Si la Ministra de Justicia quiere escuchar conversaciones relacionadas con el Poder Judicial que de verdad preocupen a la población, la recomendación es que, después de redactar el expediente del indulto del expresidente andaluz José Antonio Griñán y de firmarlo en el Consejo de Ministros, se anime a viajar en transporte público y que, luego, nos cuente a todos de qué habla la gente. Estaremos encantados de escucharla.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad