Si hacemos caso de Don Miguel Sebastián en su despedida e ingreso en la política de verdad, la economía va viento en popa. Crece a un 4%, los emigrantes son una bendición y todo es de color rosáceo... gracias a él y a Zapatero, naturalmente.
Un crecimiento del 4% es ciertamente envidiable. Lo que no dice el sibilino Sebastián, es que él –y Solbes: vaya tándem– están viviendo en una nube, no sólo por esa espléndida tasa de avance sino porque la inflación, ¡ay!, está en el 3,7%. Un crecimiento del 4% beneficia a los españoles; una inflación del 3,7%, obviamente, les perjudica. Entonces, ¿cómo afirmo que viven en el mejor de los mundos estos dos máximos espadas de la economía? Pues porque, en España, gracias a la suma de las dos cifras, es decir, al aumento del PIB nominal que es el 7,7%, y gracias además a que los impuestos, en este bendito país, no están corregidos a la baja por la inflación, los ingresos fiscales han crecido más que ese 7,7%.
Como se puede ver en el cuadro adjunto, del Ministerio de Economía, en lo que va de año los ingresos de las administraciones públicas han aumentado un 9,3% sobre el mismo periodo de 2005. Sólo los impuestos directos aumentan un 15%.
Acumulado a fin de mes | ||||||||
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2005 |
2006 |
% Variación |
||||||
Estado |
Autonomías y ayuntamientos |
Total |
Estado |
Autonomías y ayuntamientos |
Total |
Estado |
Total |
|
Total ingresos no financieros |
92.093 |
30.902 |
122.995 |
99.683 |
34.753 |
134.436 |
8,2 |
9,3 |
Esto, en lenguaje llano, quiere decir que estos caballeros nos hurgan el bolsillo con mayor eficacia cada año. Y todo, con esa anestesia llamada inflación, que es mala para todos (no nos suben el sueldo un 7,7%) menos para los políticos, que se llevan un plus gracias a esa falta de ajuste en nuestros impuestos que todo gobierno decente lleva a cabo (digamos que Rato, otro máximo espada de la economía, tampoco miraba el asunto muy de cerca).
Resumiendo: 9,3% menos 7,7% dan un margen de latrocinio de guante blanco cada año; ¡así cualquiera consigue equilibrar el presupuesto! Equilibrio ficticio, pues no es sostenible. Y no lo es porque esos ritmos de ingresos, y de crecimiento, no lo son, mientras que los gastos, como se decía antes, son "rígidos a la baja": crean adicción política, mucho más cuando España se rompe (al menos institucionalmente) y cada nuevo surrealista –pero real– "miniestado" pide más gasto para sí y menos aportación al gobierno. Ergo una bomba de relojería para la deuda pública. No es raro que alguien se considere "un tipo único".