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Miguel del Pino

Orang-utan, los solitarios del bosque

Con el orangután compartimos el 97%, pero no exageramos sobre la "condición humana" de estos maravillosos "Grandes simios".

Resistimos la tentación de llamarles "hombres de los bosques", que es lo que significa exactamente la denominación malaya de orang-utan. En Sumatra y Borneo sobrevive todavía uno de los grandes simios antropoides, es decir, parecidos al hombre, el Pongo pigmaeus u orangután. Se encuentra en peligro de extinción y esta semana el mundo de la conservación zoológica lo recuerda mediante las actividades programadas en diferentes países por la iniciativa World Orangutan Events.

El orangután vive en las selvas de Sumatra y Borneo. Sus costumbres extremadamente arborícolas dieron lugar a la leyenda de que un pueblo aéreo humano vivía en las copas del dosel selvático. Para los nativos se trataba de verdaderos hombres, aunque su carácter pacífico no originaba conflictividad para los humanos que pululaban en el estrato basal de las espesas junglas.

La destrucción de las selvas

Aunque no haya habido persecución directa de importancia por parte del hombre, la disminución de las dos poblaciones silvestres de Orangután, la de Borneo y la de Sumatra, puede conducir a ambas a la extinción en breve plazo. A principios de siglo XX se calculaba en 325.000 el número de ejemplares. En la actualidad sobreviven entre 45.000 y 55.000 solamente.

La destrucción de sus ancestrales selvas es la causa de esta dramática disminución. Las selvas se talan a velocidad vertiginosa, a un ritmo de dos millones y medio de hectáreas anuales. Esta cifra disparatada pone muy mal las cosas tanto para la gran jungla como para sus moradores. El orangután comparte su hábitat con otras especies tan interesantes como el tigre de Sumatra o el elefante asiático.

Las razones de la tala de la selva asiática donde sobreviven los últimos orangutanes son varias, de manera que en este caso la obtención de madera ilegal no parece el principal problema. Las selvas se destruyen para plantar cultivos de dudosa rentabilidad, a menos a medio plazo, como principalmente aceite de palma, producto que se disputan las industrias de la alimentación, de la cosmética y de la producción de biocombustibles.

La incidencia directa del hombre mediante la captura de ejemplares afecta principalmente a los cachorros, que circulan todavía como mascotas en algunos mercados orientales. Como sucede con todos los grandes simios, la encantadora cría se convierte en muy poco tiempo en un animal imposible de mantener en la proximidad humana.

El Zoo acuarium de Madrid participa en el evento internacional Orangutan Caring Week que se celebra como sabemos esta semana. Se impartirán charlas y cursos monográficos y se podrá disfrutar con la observación del grupo familiar de esta institución, formado por el macho Dahí, las hembras Surya y Kadu y dos crías: Sungay, nacida en 2010 y Boo que vino al dulce mundo de los cuidados del Zoo el año 2012.

En estos momentos no puedo dejar de recordar a "Dona", la hembra del Zoo madrileño en los años inmediatos a su inauguración, cuando se llamaba "Zoo de la Casa de Campo". Necesité entonces paciencia, pero no demasiado tiempo para enseñar a la apacible orangutana, que era aún muy joven, el mecanismo de hacer un lazo en los cordones de mis zapatos. Reconozco que no logró hacerlo a la perfección, pero lo intentaba y me dirigía dulces e interrogantes miradas cuando los movimientos de sus dedos no eran precisos y se enredaba en su fracaso.

Dona tuvo que dejar Madrid para incorporarse a un zoológico de la entonces llamada Checoslovaquia. El animal formaba parte de un programa entre Zoológicos para tratar de reproducir la especie y tuvimos que renunciar a ella a pesar del gran cariño que todos la profesábamos. No hay que lamentarlo porque esta historia tiene un final muy feliz. Dona tuvo descendencia y uno de los ejemplares que hoy viven en Madrid, es parte de la misma.

Conviene resaltar esta función conservadora de los zoológicos modernos. Realmente no existe la propiedad absoluta sobre ejemplares de especies en peligro de extinción, sino responsabilidad compartida que se pone de manifiesto cuando un grupo de cría necesita aportes procedentes de otro centro colaborador en el proyecto. La Ciencia está por encima de las razones mercantiles, como tiene que ser y como debería ser siempre.

No podemos olvidar el tópico de considerar el parecido entre los ADN del simio y del hombre. Con el orangután compartimos el 97%, pero nuestra pasión por la salvación de la especie no nos llevará exagerar sobre la condición "humana" de estos maravillosos “Grandes simios”. El Pongo pigmaeus es un homínido, pero no un hombre. Es nada menos que todo un orangután: una preciosa criatura de las espesuras de la selva.

Las poblaciones de Sumatra y de Borneo deben de llevar varios miles de años separadas, pero siguen conformando una sola especie, con algunas diferencias de comportamiento, más sociable en los de Sumatra y estrictamente solitarios los de Borneo. Con esta segunda población es con la que se trabaja en los zoológicos principalmente.

Los machos de orangután superan los 70 kilos y el metro y medio de altura. Lo más característico es la enorme longitud de los brazos, que le proporcionan una envergadura superior a los dos metros.

Es característica la gran manta de pelo, de tonalidad rojiza, y sobre todo la mirada, extraordinariamente dulce y "humana", con unos labios de comisuras elevadas que proporcionan expresión apacible. Cuando los machos se hacen adultos desarrollan unas bolsas a ambos lados del rostro que pueden llenarse de agua y les ayudan a aumentar la potencia de sus vocalizaciones llamando a las hembras en el momento del celo.

Seres que se mueven entre las copas de los árboles dotados de un pelo rojizo y que chillan y vocalizan de manera escandalosa son los "Hombres del bosque" para los indígenas de las Islas asiáticas donde tienen su cuna. Para los científicos, los orangutanes son una especie-joya que en modo alguno debe extinguirse.

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