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Miguel del Pino

El Ebro nace en Fontibre o "la trampa hidráulica"

La supresión sin sustitución del Plan Hidrológico Nacional por motivos ideológicos constituyó un verdadero disparate, y así estamos en este momento.

La supresión sin sustitución del Plan Hidrológico Nacional por motivos ideológicos constituyó un verdadero disparate, y así estamos en este momento.
El río Ebro a su paso por Zaragoza | Europa Press

Acabamos de celebrar, el pasado día 22 de marzo, el "Día mundial del agua"... Buena ocasión para reflexionar sobre la importancia de este recurso vital y para preguntarnos si nuestro país gestiona bien el agua.

El prestigioso catedrático de antropología de la Universidad de Harvard, Marvin Harris, en su ensayo Caníbales y Reyes, se remonta a la gestión del agua en las incipientes ciudades de las civilizaciones primitivas como clave para el éxito o el fracaso de sus gobernantes; el acierto en el almacenamiento y la canalización del agua, y su correcta distribución entre consumo y agricultura han edificado y abatido imperios a lo largo de la Historia.

La actual gestión del agua es mucho más compleja que en la antigüedad remota; no se trata sólo de "dar de beber" a la población o abastecer los cultivos de regadío, sino también de atender los requerimientos ecológicos que nuestra sociedad requiere y exige.

España, una gestión hídrica especialmente compleja

En el caso de la Península Ibérica, nuestra geografía, climatología y otros factores ecológicos hacen particularmente complicada la gestión del agua: Solemos hablar de "cuadrantes" diferenciados en el régimen hídrico, con zonas especialmente "bendecidas" por grandes ríos contrastadas con otras que padecen sequías recurrentes. Las particularidades ecológicas son también significativas.

Contaminación ideológica

Antes de la llegada al poder del socialismo, España tenía preparado un Plan Hidrológico Nacional que parecía de implantación inminente. Tal proyecto, sin duda muy ambicioso, fue abortado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con una vehemencia que hablaba bien a las claras de su condición ideológica.

¿Era perfecto el extinguido plan hidrológico? Sin duda no lo era: sobre todo por el carácter "faraónico" de algunas de las obras proyectadas y por algunos errores muy "de la época", como la idea de que el agua vertida por los grandes ríos, como el "Padre Ebro", se perdía sin beneficio para nadie si se dejaba verter al mar. Se despreciaba la importancia del aporte de los aluviones fluviales a las costas marinas. El agua que los ríos aportan al mar no es un desperdicio, sino un aporte imprescindible para la hidrología marina.

Han pasado los suficientes años para que las críticas que se habrían podido hacer a aquel plan hidrológico se presenten acentuadas, se habrían podido mejorar, pero su supresión sin sustitución, sólo por motivos ideológicos, constituyó un verdadero disparate y así estamos en este momento.

El reparto del agua

En el momento actual la distribución de los recursos hídricos abarca los siguientes aspectos:

  • Consumo humano para bebida y otras necesidades domésticas.
  • Regadíos y otras necesidades agrícolas.
  • Conservación de la naturaleza.

No hace falta resaltar que asegurar el consumo doméstico de agua para la población humana es la primera necesidad que hay que cubrir. Sólo en circunstancias verdaderamente excepcionales, como las sequías extremas o la localización geográfica en zonas semidesérticas justificarían el recurso a soluciones tecnológicas tan complejas y costosas, ambiental y energéticamente como la desalinización del agua marina; precisamente la solución que propuso la ministra socialista Cristina Narbona en la sustitución del plan hidrológico que proponía el Partido Popular.

En referencia al regadío, nadie en su sano juicio discutiría la necesidad de mejorar los sistemas tecnológicos y la implantación de tecnologías ahorrativas, como el goteo. No parece que lo estemos haciendo mal en este sentido.

La sobreexplotación y la contaminación de los acuíferos es otro de nuestros problemas acuciantes. No se trata solamente de planificar la cantidad de agua que puede extraerse por perforación de pozos en nuestros diferentes acuíferos, sino también de evitar el expolio mediante la construcción de otros ilegales. Algunas de nuestras zonas húmedas de mayor valor ecológico, como Daimiel y Doñana, son víctimas de estas prácticas capaces, si se siguen consintiendo, de llevarlas a la desecación.

La conservación de los humedales y de las lagunas costeras es actualmente un serio problema ecológico para España. El año 1982 fuimos uno de los primeros países que firmamos, en la localidad iraní de Ramsar, el Convenio para la Protección de humedales del mundo. Lamentablemente estamos muy lejos de cumplirlo, como pueden atestiguar el Mar Menor, la Albufera valenciana o los ya citados Daimiel y Doñana.

Los grandes ríos "padres de civilizaciones"

Cuando en el gran conjunto ecológico y geográfico de nuestra "piel de toro" algún hermano insolidario pide a la madre el huevo más grande de los que trae la bandeja para cenar toda la familia, habría que recordar al egoísta aquello de "El Ebro nace en Fontibre", que canta esa popular copla mixta entre Jota y Sardana. Los grandes ríos nos recuerdan la común interdependencia de nuestras respectivas "patrias chicas". No lo olvidemos.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

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