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Pablo Planas

Algo se mueve en la Iglesia de Cataluña

Cristianos contra leones, ovejas contra pastores. Algo se mueve en las criptas.

Cristianos contra leones, ovejas contra pastores. Algo se mueve en las criptas.

La Iglesia en Cataluña constituye uno de los fenómenos religiosos más singulares del orbe católico, puesto que no hay un ejemplo más redondo en la actualidad de fusión entre la jerarquía eclesiástica y la política. El catolicismo en Cataluña es una opción partidista, un contrato nada espiritual cuya fe se basa en creencias como que Cataluña es la nación más antigua del mundo; los catalanes, el pueblo elegido; el catalán, el auténtico arameo que hablaba Jesucristo, y las Tablas de la Ley, un anteproyecto del Estatut.

La imagen de las banderas independentistas gigantes colgadas de los campanarios no es la expresión de hechos protagonizados por las juventudes de Esquerra, no son activistas políticos los que despliegan las estelades, sino los párrocos del cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, convertidos en almuédanos, vulgo muecines, de la yihad del separatismo desde los minaretes de sus parroquias.

La otra Iglesia, la no catalanista, ergo universal, apostólica, católica y romana, sobrevive como puede, en peores condiciones desde luego que los católicos chinos reconocidos por el Vaticano, en tanto que éstos disponen de obispos y sacerdotes alternativos a los reconocidos por el partido. Es muy curioso lo de la división de la Iglesia en China, pero aún lo es más y es más cercano el cisma catalán, en el que Jordi Pujol padre vendría a ser como la reina de la Iglesia Anglicana, rama catalana. Él mismo dedica en sus torrenciales memorias variadas alusiones a sus desencuentros con el Vaticano, con el Papa polaco, mayormente, cuyas relaciones oscilaban entre lo formal y lo inexistente. Pujol reconoce que nunca perdonó al Santo Padre, así, con todas las letras, que no utilizara casi nunca el catalán en sus mensajes urbi et orbi. De "president de Catalunya" a obispo de Roma, dos líderes espirituales como quien dice.

La última hora de esta Iglesia catalana se puede leer en el único boletín religioso no catalanista que existe en Cataluña, una modesta página en la red, germinansgerminabit.org, perseguida con saña desde los púlpitos y despachos ofciales. Se trata de un diario católico que cuenta con el trabajo voluntario de párrocos disidentes y fieles heterodoxos, a medio camino entre la Resistànce y las catacumbas y en el que el anonimato es más que aconsejable. Uno de sus colaboradores habituales, que firma Desde los últimos bancos, ha escrito una entrada que se titula "Sistach y la fractura social". En el texto, el autor se sorprende de las últimas declaraciones del cardenal, en las que aprecia un tímido conato de reorentación. Preguntado por el papel eclesial en el proceso separatista, Sistach habría dicho en Ràdio Estel lo siguiente:

La Iglesia acompaña a los cristianos, para crear un clima de gran respeto, mucho diálogo y paz entre todos, porque es una estructura que ha de configurar un país y no lo ha de dificultar nunca. Lo importante es que los vínculos que hay entre los ciudadanos sean bien intensos y no se rompan nunca y creo y espero que no se van a romper.

A lo que el autor del artículo añade:

Ni una referencia al proceso, ni al manido derecho a decidir, ni a la supuesta soberanía del pueblo catalán. Al revés, una llamada al diálogo y un especial énfasis en que no se rompan los vínculos entre ciudadanos y a la esperanza de que éstos no se vayan a romper. ¿A qué debía venir esta llamada de atención del cardenal? Sistach es tremendamente astuto y si algo no se le puede negar es que suele tener las antenas bien desplegadas para interpretar las señales y los vientos. Por ello, no se le escapa un fenómeno que está empezando a cundir especialmente en su feligresía y es la división que está produciendo la omnipresencia agobiante del debate independentista (...) Empezamos a ser bastantes los que hemos decidido no arrugarnos ante tanto atropello, ante tanta manipulación de la realidad y de los sentimientos; ante esa calificación de buenos y malos catalanes que se viene perpetrando por activa y por pasiva, ya sea desde los medios de comunicación, las escuelas o incluso algunas de nuestras parroquias, todo ello bien nutrido con el favor y el engrase de los poderes públicos.

El texto está ilustrado con los campanarios independentistas y con una imagen en los estudios de Ràdio Estel (Estrella), emisora de la Iglesia en Cataluña cuyo logotipo es una estrella y cuatro barras. ¿Les suena? Cristianos contra leones, ovejas contra pastores. Algo se mueve en las criptas.

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