Menú
Pío Moa

Ansón, Franco y el catalán

Tiene alguna razón Ansón cuando compara la política actual de la Generalidad a la de Franco en el sentido de eliminar, ahora, el castellano de la vida oficial y la enseñanza pública. No lo han conseguido del todo, pero las intenciones se le ven de sobra.

Escribe el señor Ansón:  

Durante la dictadura, el general Franco persiguió de forma inmisericorde el idioma catalán. Lo prohibió en escuelas, colegios y universidades. Lo erradicó de la vida política y administrativa. Lo suprimió hasta en los rótulos de los comercios. Los catalanohablantes siguieron utilizando en sus casas el idioma perseguido por el totalitarismo oficial. Franco no pudo impedir que se siguiera hablando el catalán pero consiguió que muchos no supieran escribir en su propio idioma. Para darle en los morros al dictador, Carlos Sentís organizó que Don Juan de Borbón, conde de Barcelona, aprendiera catalán. José María Pemán escribió un bello artículo El catalán, un vaso de agua clara. Y muchas docenas de intelectuales, escritores y artistas firmamos un manifiesto de adhesión al idioma de Pla.

Veamos algunos datos de esa "inmisericorde persecución", que he recogido en Franco para antifranquistas. Debido al uso que hicieron los separatistas del idioma catalán como vehículo de una literatura sumamente injuriosa contra España –es decir, contra la propia Cataluña histórica–, hubo después de la guerra un fuerte prejuicio contra ese idioma. No obstante Serrano Súñer ya hizo algunas declaraciones favorables a él, siempre que no se utilizase como instrumento de secesión, y entre los vencedores abundaban los catalanes, desde algunas de las unidades militares más condecoradas a los artistas e intelectuales más relevantes, como Pla, Dalí, D´Ors, Sert, Fernando Valls, Martín de Riquer, etc. De hecho, la represión del idioma fue aplicada en gran medida por catalanes que habían probado las delicias de la Cataluña de Companys y el Frente Popular.

Es cierto que la vida oficial y la enseñanza pública se desarrollaron sólo en el español común, pero muy pronto se autorizó la predicación religiosa en catalán, y desde 1944 se hizo obligatorio por ley que las universidades con Filología románica incluyeran la asignatura de Filología catalana. En 1945 el académico soriano V. García de Diego escribió la primera gramática histórica catalana, no publicada por desidia del editor barcelonés, y en 1951 y 1952 se publicaron dos gramáticas históricas por autores catalanes. El poeta Salvador Espriu empieza a publicar en ese idioma en 1946, y, como resume Juan Ramón Lodares, "también se encuadraría el proyecto de un gran centro de estudios occitanos, algún otro de estudios mediterráneos, todo ello en Barcelona". La publicación de libros en catalán no dejó de crecer y, según diversos críticos, con calidad literaria superior a la del posfranquismo (lo cual tampoco es muy difícil). Se podía estudiar catalán en centros privados y la canción en catalán tomó mucho auge bajo la dictadura, con evidente permiso de ésta. Yo visité Cataluña a mediados de los años 60, y el catalán no se hablaba sólo en las casas, sino en las calles, y los rótulos en catalán abundaban. En fin, los ejemplos de que no hubo tal "persecución inmisericorde" se podrían multiplicar.

Tiene alguna razón Ansón cuando compara la política actual de la Generalidad a la de Franco en el sentido de eliminar, ahora, el castellano de la vida oficial y la enseñanza pública. No lo han conseguido del todo, pero las intenciones se le ven de sobra. No obstante subsiste una diferencia crucial: la política lingüística del franquismo nunca fue acompañada del ataque injurioso, el odio y el resentimiento hacia lo catalán que, en cambio, respira la política de la Generalidad contra el español común o castellano, y contra España en general. Insisten mucho los separatistas en que el catalán está amenazado. ¿Cómo puede estarlo si se mantuvo con fuerza cuando no era oficial? Pero alguna razón tienen: ellos están convirtiendo el idioma en un depósito de falsedades y rencores, con estilo provocador o "con palabras suaves", como sabía hacer Pujol.

Dejo aparte las referencias a Don Juan y su política, que nunca fue clara y la mayor parte del tiempo no fue antifranquista; y que cuando lo fue habría llevado a España, inexorablemente, a un desastre mayor que la de Alfonso XIII en 1930-31. A Ansón le guardo agradecimiento por haberme permitido publicar en ABC en tiempos muy difíciles para mí, artículos a menudo contrarios a la línea de su periódico; pero no logro entender esa manía de hacerse el perseguido por la dictadura. Lo conocí en la Escuela Oficial de Periodismo como subdirector de la misma (el director era Emilio Romero) y, la verdad, la formación de los periodistas no es un cargo que ninguna dictadura reserve a sus enemigos. 

En Sociedad

    0
    comentarios
    Acceda a los 7 comentarios guardados