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Thomas Sowell

Cómo disuadir a los ilegales

¿Recuerda el muro de 1.100 kilómetros cuya construcción autorizó el Congreso el año pasado? Sólo se han construido tres. Eso debería decirnos algo sobre la seriedad con la que se van a hacer respetar las demás medidas de seguridad fronteriza

Nada hay más frecuente que las soluciones políticas a problemas urgentes que acaban creando problemas mucho más graves en el futuro. La ley de inmigración recientemente aprobada en el Senado es un ejemplo de libro.

El argumento más empleado por parte de quienes  quieren regularizar a los inmigrantes ilegales que residen actualmente en los Estados Unidos es decir que "no es realista" reunir y deportar a doce millones de personas. Allá por 1986 tampoco "fue realista" reunir y deportar a los tres millones de inmigrantes ilegales que había entonces. De modo que se les concedió la amnistía, a la que se le puso ese nombre, con honestidad. Ese es precisamente el motivo por el que ahora hay doce millones de inmigrantes ilegales.

Como resultado de la presente ley de amnistía –que no han llamado así, demostrando una gran deshonestidad–  ¿acaso no cabe concluir que "no será realista" reunir y deportar a cuarenta o cincuenta millones de inmigrantes ilegales en el futuro? Si la presente ley de inmigración es tan realista como afirman sus defensores, ¿por qué está pasando como una exhalación por el Senado, más rápido de lo que lleva aprobar una ordenanza de planificación urbana local? Después de todo, estamos hablando de un cambio importante e irreversible en la población, la cultura y el equilibrio político norteamericano. ¿Por qué no hay tiempo para discutir sobre ello? ¿No será que los defensores de la ley tienen miedo de que el electorado descubra el fraude que es, empezando por que se hayan negado a calificarla como ley de amnistía?

La siguiente línea de defensa es afirmar que los inmigrantes ilegales tendrán que cumplir ciertos requisitos para convertirse en ciudadanos norteamericanos. Pero el problema de una amnistía no está en la forma de nacionalizarse. La palabra procede de la misma raíz que "amnesia". Significa que uno olvida o pasa por alto voluntariamente un delito como si nunca hubiera ocurrido. Todo la cháchara sobre los pasos que los inmigrantes ilegales deben seguir para nacionalizarse no es más que una forma de desviar la atención del delito que cometieron cuando cruzaron ilegalmente la frontera. Quieren que toda la atención se centre en lo que hay que hacer para acomodar a aquellos que violaron nuestras leyes. Es algo que sería reconocido inmediatamente como un insulto a nuestra inteligencia si se tratara de cualquier otro asunto.

Por ejemplo, no hay duda de que son miles, millones quizá, los crímenes sin resolver y los delincuentes prófugos en Estados Unidos. No cabe esperar que se encuentren y lleven a juicio a todos estos prófugos de la justicia. Pero, ¿acaso se le ocurriría sugerir a alguien que debiéramos centrarnos en intentar normalizar las vidas de estos fugitivos de la justicia –"sacarlos de las sombras", en la formulación de Ted Kennedy– y desarrollar algún camino por el cual se les pueda conceder un estatus legal aceptable? ¿Acaso alguien sugiere que si se entregan, pagan una multa y solicitan que sus delitos sean pasados por alto pueda abrírseles un camino por el cual recobrar su buen nombre en nuestra sociedad?

Del mismo modo que no necesitamos resolver todos los crímenes y atrapar a todos los delincuentes para tener elementos que disuadan a muchos de cometer delitos, tampoco necesitamos perseguir y deportar a los doce millones de inmigrantes ilegales para desanimar la llegada de más.

En todo este país, las fuerzas del orden detienen a inmigrantes ilegales por violar toda clase de leyes, desde normas de tráfico al código penal. Pero en muchos lugares, por no decir la mayoría, la Policía tiene órdenes de no informar de la presencia de estos ilegales al Gobierno federal. Encarcelar a delincuentes conocidos y ya detenidos por el delito de entrar ilegalmente en este país, además de hacerles cumplir la pena que corresponda por cualquier otra ley que se hayan saltado, y después devolverlos a donde vinieron sería algo que no pasaría desapercibido a otros inmigrantes que ya están aquí ilegalmente o están pensando en venir.

Al igual que la gente puede hacer muchas cosas por su cuenta mejor de lo que el Gobierno puede hacerlo en su lugar, los inmigrantes ilegales podrían empezar a deportarse a sí mismos si vieran que el delito de venir aquí ilegalmente se castiga como un delito grave y que ya no se los tratará como invitados de los contribuyentes en lo que respecta a su seguro médico, la educación de sus hijos y otras prestaciones del Estado del Bienestar.

A todo esto, ¿recuerda el muro de 1.100 kilómetros cuya construcción autorizó el Congreso el año pasado? Sólo se han construido tres. Eso debería decirnos algo sobre la seriedad con la que se van a hacer respetar las demás medidas de seguridad fronteriza que se han incluido en esta ley.

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