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Zoé Valdés

'Fumata espero'

Lo único que me interesa del próximo papa es que tenga mano dura contra los Castro.

Se murió Chávez y ya la prensa ha pasado a otra cosa a una velocidad que mete miedo. He leído pocos análisis serios sobre el papel de Hugo Chávez durante estos 14 años de dictadura castro-chavista en Venezuela, ni acerca de las consecuencias que tuvo y tendrá esa estruendosa personalidad caudillista y populista del finiquitado mandatario venezolano para el futuro democrático de ese país.

Se acabó Chávez y ahora pasamos al próximo capítulo de esta teleserie o culebrón en que los medios de comunicación han convertido la vida real.

El capítulo que toca es el del Cónclave, el Vaticano (del que ya al parecer se olvidaron las corrupciones, ¿recuerdan?, que si el criado o espía de Ratzinger, de aquel cadáver de la adolescente perdido en un jardín), en fin, que ahora toca la elección del nuevo papa, y la fumata, que si negra, que si blanca.

Ayer estuve mirando la Caja Idiota, o sea, la televisión, y me quedé de piedra al ver la cantidad de rostros embebidos en un punto como hacia el firmamento, volteados hacia una chimenea, a la espera de poder enterarse, según el color de la fumata, o sea del humo, negro o blanco, si había papa ya o todavía no. Bueno, salió negra, no hubo papa. Veremos tras la segunda reunión del Cónclave. A mí todo eso me parece de un cretinismo galopante. Pero este es el mundo que nos tocó por la libreta de racionamiento.

El Papa saldrá, saludará, soltará sus latinazos y demás, claro, y sea quien sea estará ahí, como una usada muñeca de porcelana rota, porque dudo de que consiga cambiar algo verdaderamente importante, para el bien de la humanidad, y es que ya cansa el Papa también con sus discursos de ventanitas, palomitas, y el mismo show cada año, sin resolver más que la gente sea más tonta.

En cuanto al espectáculo de la elección, no me digan que no da vergüenza que en medio de una crisis como la que estamos viviendo, y de todo lo que se ha destapado últimamente alrededor de la iglesia, todavía esta gente tenga ganas de mostrar ese lujo, ese escándalo de sotanas rojas, y de zapaticos de charol, y de tanto poderío emblemático de las riquezas que ha lucido el Vaticano en las últimas horas y del que ha ostentado siempre.

Tanta gente dándose candela, ahorcándose por falta de trabajos, tantos infelices muriéndose de hambre, y ahí está la iglesia con sus ostentaciones. Ellos que se la pasan exigiendo e imponiendo humildad cristiana, y dando la lata con que si Cristo murió en la pobreza, y prefirió la pobreza, y todo el cuento del miserabilismo de los apóstoles, y por el contrario nos vienen y se bajan con tanto trofeo y birlibirloque de oro colgados al cuello y piedras preciosas brillándoles en los dedos impolutos, vestidos con trajes de punta en blanco, o en rojo.

Como no tengo demasiado tiempo para liberar al mundo del pesar que lo acongoja frente a tanta miseria humana, que de esa sí sobra, para comer y para llevar, lo único que me interesa del próximo papa es que tenga mano dura contra los Castro, pero eso no sucederá seguramente, porque la iglesia castrista lo impedirá de manera firme, la iglesia es más creyente del castrismo que del cristianismo.

De modo que mi fumata será larga de esperar, ni negra ni blanca, ni azul ni de ningún color, es probable que me pase la vida esperando por la fumata que se digne a acabar con el régimen dictatorial en la isla. De modo que, como dice la canción de Sara Montiel: 'Fumata' espero al Papa que yo quiero. 

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