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Hace cinco años, un joven senador republicano llamado John Ashcroft se pronunciaba en contra de un proyecto de la administración Clinton para acceder a las comunicaciones electrónicas. Con un discurso denominado Mantengamos al Gran Hermano fuera de Internet, Ashcroft criticaba la codicia de datos por parte del FBI en nombre de la seguridad nacional: “¿Por qué debemos dar al gobierno la capacidad Orwelliana de escuchar a voluntad y en tiempo real nuestras comunicaciones por toda la Web?”, decía el idealista senador en 1997.

Cinco años después, el fiscal general John Ashcroft (bajo cuyo mando opera el FBI) dispone de poderes sin precedentes para la interceptación de comunicaciones. Puede intervenir en cualquier situación de hacking de cualquier lugar del mundo que altere un solo bit de las comunicaciones electrónicas norteamericanas. El Congreso acaba de aprobar una ley que le permitirá enviar un hacker a la cárcel de por vida en determinados casos, y tiene acceso a prácticamente todo tipo de datos de tráfico sin apenas orden judicial. Sin contar con las leyes similares que está imponiendo en tantos países como puede.

No es de extrañar que tan pintoresco personaje haya recibido uno de los galardones más curiosos del ciberespacio: el premio Gran Hermano en su categoría “peor funcionario público”, año 2002. Para ganar estos premios no hace falta encerrarse en una habitación ni salir en televisión veinticuatro horas al día. De hecho, estos premios no tienen nada que ver con los programas televisivos a que usted está acostumbrado. Pero no se preocupe, que yo se lo explico.

Los BBA (Big Brother Awards) fueron concebidos para atraer la atención del público hacia las invasiones de la privacidad por parte de empresas, funcionarios públicos y gobiernos. Como tal vez hayan adivinado, el término “Gran Hermano” proviene de la famosa novela 1984 de George Orwell, donde un ciudadano de un estado totalitario es sometido a todo tipo de vigilancia por parte de un Estado sin rostro... pero con multitud de ojos y oídos. Desde su concepción, una docena de países se han apuntado al carro de la BBAmanía.

En un mundo en el que las autoridades estatales de todo tipo se autoatribuyen más y más competencias para espiar, catalogar, fichar y “perfilar” a los ciudadanos en nombre de cualquier justificación bienintencionada, los BBA son una forma de expresar la opinión del hombre de la calle. Y usan una de las más eficaces forma de denuncia: la sonrisa. Los “nominados” son escogidos por un jurado de expertos en el campo de los ciberderechos, y para su proclamación pública se organiza una ceremonia anual en la que los “Orwells” toman el lugar de los Oscar y son presentados por un maestro de ceremonias en la mejor tradición de estilo Hollywood.

Los premios, físicamente, tienen diversas formas. En el Reino Unido, EEUU y Francia, el Orwell es una bota dorada sobre una cabeza humana que recuerdan una frase del 1984 de George Orwell: “si quieres saber cómo será el futuro, imagínate una bota aplastando una cara humana... permanentemente.”

Para que se hagan una idea del calibre de los galardonados, digamos que han incluido empresas como Doubleclick, Choicepoint y Microsoft; agencias como la NSA, el FBI; y personajes como Larry Ellison y el ya mencionado John Ashcroft. Podría incluir programas y sistemas de vigilancia a todos los niveles, pero lo dejo a su imaginación. Claro que también hay un “anti-Orwell”, otorgado a la persona o entidad que se haya distinguido en la lucha contra tales abusos. Afortunadamente, también ha habido muchos candidatos meritorios a este galardón.

Apuesto a que a estas alturas ya se habrá usted hecho la pregunta del millón: ¿qué pasa con España? ¿No se organizan premios BBA en nuestra vieja piel de toro? No faltan candidatos, eso sí. Por eso, este mismo año España se convertirá en un miembro más de la hermandad BBA. La primera ceremonia BBA Spain se celebrará, si no hay tropiezos, en Madrid a comienzos de octubre. Ya se está preparando un jurado. Así que vaya preparando su lista de nominados, pásese por bigbrotherawards-es.org y vote por sus vigilantes favoritos. Anímese, la votación está abierta.

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