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Álvaro Vermoet Hidalgo

Los colegios elitistas eligen a sus alumnos

Los colegios, cuyas plazas son limitadas, tienen que poder elegir a los alumnos que los demandan; el objetivo es que no lo hagan en función de sus recursos sino de su esfuerzo y su mérito. El elitismo es imprescindible en el sistema educativo.

Últimamente, la izquierda se lo piensa dos veces antes de criticar, como idea, la libertad de los padres para elegir el centro de sus hijos, sobre todo quienes llevan a sus hijos a algún colegio privado (y, si pueden, extranjero). Lo que hace la izquierda es rechazar toda medida destinada a facilitar la libre elección, basándose en que serían los colegios los que elegirían a los alumnos y que eso haría que los menos favorecidos siguieran sin poder elegir y se vieran en los mismos centros pero con menos recursos. Ya se ha explicado muchas veces por qué la liberalización ayuda a elegir precisamente a quienes menos tienen, pero pocos se atreven a defender que sean los colegios quienes escojan a sus alumnos.

Cuando un liberal reivindica la libre elección de centro no está reivindicando que se obligue a los colegios a admitir a toda la población escolar que lo demande; lo que está pidiendo es que no haya trabas administrativas para solicitar ningún centro, que toda financiación de la enseñanza siga al alumno al centro en que se escolarice y que las ayudas públicas vayan destinadas a que los mejores alumnos vayan a los mejores centros con independencia de sus posibilidades económicas.

Claro que los colegios, cuyas plazas son limitadas, tienen que poder elegir a los alumnos que los demandan; el objetivo es que no lo hagan en función de sus recursos sino de su esfuerzo y su mérito. El elitismo es imprescindible en el sistema educativo. Precisamente, la crisis educativa española se fundamenta en que la escuela pública ha dado un bajón sin precedentes en la exigencia sin que hayan sobrevivido colegios de alta exigencia, como sí sucedió en el resto de Europa. Así, en el Reino Unidolas exigentes grammar schools sobrevivieron a las nuevas comprehensive schools.

Lo que pedimos los liberales es que el elitismo sea académico y no económico. Lo que se hace ahora es igualar a todos los que no pueden pagarse la educación con su dinero en una escuela comprensiva sin dar a quienes más se esfuerzan la financiación que corresponde a su puesto escolar para que puedan ir a centros más exigentes, sean públicos o privados. La consecuencia es que hoy los mejores colegios sólo son accesibles a una élite económica y, por tanto, deja de tener sentido que sean exigentes en el nivel académico que piden a la hora de seleccionar a sus alumnos ya que, de todos modos, son pocos los estudiantes que pueden acceder a estas escuelas.

Lo que tenemos que reivindicar desde la derecha liberal es un sistema de financiación que permita a los colegios más exigentes del país seleccionar a sus alumnos en función de sus méritos y resultados, ocupándose el Estado de la financiación de quienes no puedan pagarlos. Lo contrario supone atar a los alumnos a sus centros locales, y eso no beneficia ni a los alumnos ni a los centros, sino que contribuye a que la selección y el elitismo se basen en la riqueza en vez del esfuerzo individual. Ese es el modelo de elitismo antiacadémico de la izquierda, que dinamita la instrucción como instrumento de movilidad social. Ese es el igualitarismo progre, que bien podría resumirse en la máxima orwelliana de "todos somos iguales... pero algunos más iguales que otros".

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