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EDITORIAL

Muerte en El Líbano

Lo más urgente es que adopte cuantas medidas sean necesarias y convenientes para asegurar la seguridad de nuestras tropas en el área. Pero también hay que exigirle que ofrezca una explicación cumplida y veraz de las circunstancias del ataque.

Nos llegan desde El Líbano las peores noticias. Las últimas apuntan a la muerte de seis soldados españoles como consecuencia de un ataque contra nuestras tropas, desplegadas en el área. El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, ha comparecido con prontitud ante la opinión pública y ha aclarado (aunque sin ofrecer mayores detalles) que se trata de un ataque premeditado contra nuestro ejército, que actuaba en la zona bajo el manto de Naciones Unidas.

El primer pensamiento que albergamos es para las víctimas del ataque, y para sus familiares y amigos, que estarán embargados por el duelo por los seres queridos, muertos en tierra extraña, y que no volverán a casa con vida. Murieron cumpliendo con su deber, y sabiendo que con la presencia del destacamento militar español, estaban contribuyendo a la pacificación de un área especialmente conflictiva del mundo. No queremos dejar pasar la ocasión para mostrar nuestra solidaridad con el resto de tropas desplegadas en El Líbano, así como en otras áreas del mundo que están viendo un conflicto armado y en las que el Ejército Español tiene presencia.

Por lo que se refiere al Gobierno, sólo cabe esperar a ver cuál será, en esta ocasión, la reacción que adopte tras el ataque a nuestras tropas. Lo más urgente es que adopte cuantas medidas sean necesarias y convenientes para asegurar la seguridad de nuestras tropas en el área. Pero también hay que exigirle que ofrezca una explicación cumplida y veraz de las circunstancias del ataque, premeditado, como ha declarado el ministro, contra nuestros soldados. Está aún muy vivo el recuerdo de las versiones contradictorias y oscuras que el anterior titular del Ministerio ofreció sobre el derribo del Cougar que resultó en la muerte de 17 miembros de nuestro Ejército.

También cabe preguntarse qué significación dará el Gobierno de Zapatero a este ataque. Es claramente un acto de guerra en un enconado enfrentamiento bélico. Zapatero ha preferido cubrir esta realidad, que nos recuerdan las trágicas muertes de nuestros soldados, llamándolo “misión de paz”. Pero sólo en el mundo de Alicia en que vive nuestro presidente se puede cambiar la realidad por las palabras. Nuestro Ejército está presente, asimismo, en Afganistán, Kosovo y Bosnia, y nosotros siempre hemos mostrado apoyo a la participación de nuestras tropas en estas misiones internacionales. Pero no se compadecen con el Gobierno autodenominado pacifista y que nos sacó del esfuerzo aliado para pacificar Irak, de mala manera y sin contar con nuestros aliados. Una contradicción que ya comprobamos cuando este Gobierno con infinitas ansias de paz no tuvo reparo en vender armas al expansionista régimen de Venezuela. Esperemos que en esta ocasión no intente vestir nuestra presencia militar en el exterior de lo que no es.

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