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EDITORIAL

La libertad para la izquierda

Su partido está abiertamente en contra de la prostitución, quizá porque la libertad sexual acaba cuando pretende unirse a la libertad de comerciar, que a los socialistas siempre les ha producido urticaria, al menos cuando no se llevan su comisión.

La afirmación de Carmen Calvo de que la sexual es la "principal libertad" de las personas no es otra tontería más de las que jalonan a una ministra de Cultura que posee mayores conocimientos sobre series televisivas de roedores que sobre latín. Es sobre todo un síntoma de la difícil relación que ha tenido siempre la izquierda con la libertad.

En primer lugar, resulta de un cinismo extraordinario. Como el Gobierno de Zapatero se ha dedicado a detener opositores por el delito de estar cerca de un ministro, impedirnos fumar por más que fumadores y dueños de bares lo quieran, obligar a los cines a no poner las películas que quieren, imponer a nuestros hijos su ideología en las escuelas o pretender prohibir que se anuncien hamburguesas gigantes o vinos, entre tantas otras cosas, hay que poner otra libertad en el tapete como la más importante, no sea que en eso suspenda también el PSOE. Eso sí, olvida que su Gobierno y su partido están abiertamente en contra de la prostitución, quizá porque la libertad sexual acaba cuando pretende unirse a la libertad de comerciar, que a los socialistas siempre les ha producido urticaria, al menos cuando no se llevan su comisión.

Por otro lado, demuestra la extrema ceguera y cortoplacismo de la izquierda antioccidental. Cualquiera diría que la libertad frente a la voluntad arbitraria de otros, a los que se llamaba amos, era más importante para los esclavos que cualquier cosa que Calvo pudiera balbucear hoy. O que la libertad de que no se nos prohíba hacer en la intimidad de nuestras casas lo que queramos, mientras no hagamos daño a nadie, es mucho más amplia que la mera libertad sexual, que al fin y al cabo se refiere sólo a lo que hagamos con nuestras braguetas. Pero la izquierda se muestra incapaz de defender estas libertades frente a los ataques que recibe de enemigos como el islamismo, con el que prefiere pactar en espurias "alianzas de civilizaciones", entre otras cosas porque las considera garantizadas, cuando no son más que un logro bien frágil alcanzado hace bien poco, y siempre amenazado por quienes creen que su voluntad es siempre más importante que la libertad de otro.

Especialmente hoy, en nuestro país, la libertad se encuentra seriamente amenazada ante las sombrías perspectivas que se ciernen sobre España, único ámbito donde éstas han florecido. El Gobierno que promueve la segregación de facto de varias regiones donde sus virreyes puedan continuar impidiendo que se utilice el castellano en las escuelas o los comercios no puede presumir de estar cumpliendo con su papel de garante de las libertades.

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